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Las películas de verano tienen un poder especial. Son esas historias en las que los días parecen más largos, los colores más intensos y las emociones más a flor de piel. A veces hablan de primeras veces, de reencuentros, de secretos al caer la tarde o de amistades que sólo pueden surgir cuando la rutina se rompe. Y muchas de esas historias nacen en municipios tranquilos, con calles empedradas, campanas sonando a lo lejos y un calor amable que invita a dejarse llevar.
Escenarios llenos de encanto que no sólo existen en la gran pantalla, también aquí, a unas pocas horas de casa, hay lugares que parecen diseñados para vivir tu propia película de verano. Por eso hemos buscado cinco pueblos que podrían haber salido de un guion de cine. Escapadas llenas de magia, perfectas para escribir tu propia vivencia, con un poquito de drama, algo de humor y mucho de descubrimiento. ¡Empezamos!
Riaño (León)

La mítica escena en la que Baby y Johnny practican su coreografía en un lago es una de las más recordadas de la película Dirty Dancing y del cine romántico. ¿Quién no la ha visto? Y, aunque aquí el actor Patrick Swayze no te levante en volandas sobre el agua, el embalse de Riaño, consigue que te sientas dentro de esa magia.
Rodeado por los Picos de Europa, con un espejo de agua azul intenso y montañas que parecen decorado, esta localidad es perfecta para vivir tu propio amor de verano. El nuevo Riaño se construyó después de que el viejo quedara sumergido por el embalse, y hoy combina tradición y modernidad, con un paseo del recuerdo, iglesias y ermitas rescatadas y un banco que dicen ser el más bonito de León.
Durante el día, podrás alquilar una barca o un kayak o recorrer alguna de las rutas de senderismo que se pueden realizar por la zona. Y cuando cae la tarde, la luz dorada sobre el embalse es la clave para declararse, ¿quién dijo boda? O para marcarse unos pasos de baile y soñar despierto con una época estival inolvidable.
Olot (Girona)

Cuando Verano 1993 llegó a los cines, cautivó por su delicadeza, su ternura y por ese verano lleno de descubrimientos y heridas por cicatrizar. La película, inspirada en la infancia de Carla Simón, no sólo se ambientó en un paisaje verde y sereno, sino que se rodó exactamente en los mismos sitios donde la directora de la cinta vivió aquellos recuerdos que recrea en pantalla. Carla trasladó el set de rodaje al emplazamiento donde sucedieron sus vivencias personales, un detalle que confiere al filme una autenticidad inusual.
El proceso de rodaje se alargó seis semanas y se realizó íntegramente en los alrededores de Olot y la comarca de La Garrotxa, en Cataluña. Localidades de la provincia de Girona donde ésta pasó los primeros años de su infancia junto a sus tíos, y cuyo paisaje marcó para siempre su memoria. Y no es de extrañar, pues Olot es uno de esos lugares hechos para vivir a cámara lenta.
Rodeado de más de 40 conos volcánicos cubiertos de bosques, la ciudad combina vida tranquila y naturaleza exuberante. Caminar por sus calles modernistas y sus plazas llenas de ambiente ya es un placer, pero basta con alejarse un poco para sumergirse en senderos que atraviesan hayedos y conducen a cráteres o miradores que no querrás dejar de visitar.
Grazalema (Cádiz)

Aunque Mamma Mia! se rodó en la preciosa isla griega de Skopelos, ubicada en las Esporadas, en el mar Egeo, los ingredientes que la hacen irresistible son: un pueblo coqueto, casas encaladas, música, vecinos que te miran como si te conocieran de toda la vida y un aire festivo. Ingredientes que, por supuesto, también los puedes encontrar en la Ruta de los Pueblos Blancos de Cádiz, ¿no te parece? Uno de los más bonitos y con más atractivo es Grazalema, enclavado en la sierra del mismo nombre.
Destaca por su casco histórico con casas nítidamente blancas con balcones llenos de flores, calles empinadas y estrechas que recuerdan a un trazado árabe y numerosos miradores que te regalarán panorámicas increíbles. La localidad también presume de patrimonio, iglesias como la de Aurora o San José, y una calzada medieval junto al río Guadalete, ideal para pasear sin prisas.
En verano, este municipio se convierte en un escenario suculento, terrazas en la plaza de España, donde el aroma a migas, tagarninas y embutidos pide a gritos una tarde tranquila, y, por qué no, unos pasos de baile al ritmo de alguna canción de ABBA. ¿Te animas?
Briones (La Rioja)

Tú a Londres y yo a California fue la comedia familiar de los años 90 que marcó a toda una generación. La directora, Nancy Meyers, convirtió a una jovencísima Lindsay Lohan en estrella al interpretar a dos hermanas gemelas separadas al nacer, que se reencuentran en un campamento de estío y traman un plan para reunir a sus padres.
Con humor, enredos y mucha nostalgia, esta versión superó incluso la fama del clásico original de los años 60 protagonizado por Hayley Mills. La película evoca largos veranos de juegos, viñedos, aventuras y pactos entre hermanas, o amigas que ves de agosto en agosto.
Esa misma sensación transmite Briones, uno de los pueblos con más encanto de La Rioja, rodeado de un mar de viñas y con una calma que invita a desconectar. Sus calles empedradas, las casonas solariegas y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción dominan un casco antiguo cargado de historia. Aquí la visita por excelencia es al Museo Vivanco de la Cultura del Vino, esto hará que tu escapada a Briones sea completa.
Comillas (Cantabria)

Para la película Primos no hay que imaginar nada, simplemente necesitas organizar una escapada a Comillas, pues este fue el escenario real de la comedia de Daniel Sánchez Arévalo. La historia comienza con Diego (Quim Gutiérrez), plantado en el altar cinco días antes de su boda, que decide huir junto a sus primos Julián (Raúl Arévalo) y José Miguel (Adrián Lastra) al pueblo donde veraneaban de pequeños.
Entre fiesta patronal, borracheras, recuerdos y viejas amistades, intentará recuperar no sólo el amor de su adolescencia, sino también su dignidad y su alegría. Y es que en época estival, este municipio se llena de luces, música y verbenas, convirtiéndose en el lugar ideal para un filme veraniega.
Pero más allá del rodaje, Comillas ofrece visitas más que interesante, empezando por su monumento más característico, el afamado Capricho de Gaudí, la Universidad Pontificia o el cementerio con su ángel vigilante. Eso sí, los palacios y las casonas de indianos completan un entorno cargado de historia e interés.
Miryam Tejada
Mi título universitario dice que soy licenciada en periodismo, pero realmente soy una todoterreno a la que le pilló la transición del mundo analógico al digital de pleno. Es decir, soy millennial, y eso lo que conlleva, según las habladurías, es que me dejo llevar y priorizo mi bienestar. O lo que es lo mismo, soy una apasionada de los viajes y las experiencias, del simple hecho de tomar unas cervezas entre amigas, organizar una buena comilona en la sociedad con sobremesa larga incluida o pasar las tardes en el parque con mis gemelos.