Aprender a mariscar: un día con las mujeres del mar de las Rías Baixas
Escrito por
29.05.2025
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Taller para aprender a mariscar en las Rías Baixas de Galicia. Cedida por AmarCarril
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Si recorremos el paseo marítimo que une Vilagarcía de Arousa y O Carril con marea baja, podremos ver parcelas delimitadas en la arena, como si de una huerta se tratase. Es habitual apreciar personas en ellas con herramientas como palas o rastrillos, como si estuvieran labrando la tierra. Son los parques de cultivo de marisco de las Rías Baixas, en Galicia, donde se desarrolla una actividad artesanal que recuerda mucho al trabajo agrícola.
Este mosaico marítimo muestra de forma transparente, a locales y visitantes que pasean cómodamente, la dureza de un oficio que se mantiene por la pasión de sus trabajadores. O quizás sería más justo decir trabajadoras, y no como femenino genérico. Y es que las mujeres son las que, tradicionalmente, se han dedicado al marisqueo en la costa gallega. Para conocer de primera mano lo que hacen, aprender a valorar el producto y aportar un complemento a sus bajos ingresos, hay varias asociaciones y empresas que ofrecen talleres para aprender a mariscar de la mano de mujeres con décadas de experiencia en la costa gallega.
Los talleres nacen de la curiosidad de los turistas hacia las mariscadoras

Hablamos con la presidenta de AmarCarril Turismo Marinero Inclusivo, Rita Vidal, que ofrece este plan de forma directa y a través de sinergias con empresas. Cuenta que empezaron hace unos 8 años a ofrecer este servicio porque vieron que muchos visitantes se acercaban a las playas para preguntar qué estaban recogiendo.
Había un interés claro, pero en el momento del marisqueo, ellas casi no pueden parar: “Las mariscadoras estamos muy limitadas por las mareas para coger los cupos, por lo que apenas nos sobra tiempo para explicar bien y detalladamente nuestro oficio”. Así que decidieron iniciar unos talleres y charlas divulgativas. En la actualidad, tienen mucho éxito y reciben a visitantes de todo el planeta.
Los participantes de los talleres de marisqueo siembran y extraen las almejas

Los talleres para aprender a mariscar se llevan a cabo en localidades de las Rías Baixas como Carril, Cambados o Redondela. Se realizan todo el año, excepto cuando las tormentas o las intensas lluvias lo impiden. El horario depende de las mareas, ya que tiene que estar baja para poder entrar a faenar, y dura alrededor de una hora y media. Vidal señala que el plan arranca con una charla teórica sobre todas las técnicas de cultivo del marisco, así como las herramientas e indumentaria empleadas, las especies que se cultivan, los depredadores que hay, el proceso de siembra, la depuración y la comercialización. “Cada mariscadora explica en qué consiste esta profesión con las peculiaridades de cada zona”, añade.
A continuación, se realiza una práctica y son los propios visitantes quienes extraen las almejas. “Les sorprende todo. Desde cómo se entierra una almeja, echándola y viendo cómo va entrando ella sola en la arena, hasta cómo un depredador se las come, las invasiones de algas, la temperatura del agua que puede llegar a los 26 grados en invierno…”, sostiene la mariscadora Rita Vidal.
Gracias a estos talleres, cualquier persona puede conocer de primera mano su oficio como artesanas del mar. Es un trabajo tan laborioso que, cuando acaba la sesión, muchos suelen decir: “Jamás voy a volver a quejarme de que el marisco es caro”. También tienen palabras de admiración hacia las hijas y las nietas de las mariscadoras que “siguen aferrándose a la profesión” a pesar de no darles “una estabilidad económica ni laboral”. “Intentamos que tenga un valor cultural en memoria de todas las mujeres del mar que nos precedieron”, afirma Vidal.

Además de transmitir un conocimiento tradicional y un legado cultural, los talleres para aprender a mariscar les sirven a estas mujeres como complemento económico. Una ayuda que casi ejerce de salvavidas. “Nuestro salario no llega ni a la mitad del salario mínimo interprofesional, no hay relevo generacional, el marisqueo está en declive y con los talleres intentamos salir adelante sin dejar nuestro oficio principal”, denuncia la presidenta de AmarCarril. Y eso que es un trabajo tan bonito como duro, donde no son pocas las que sufren hernias, artrosis, artritis o lumbalgias tras décadas faenando.
“Jamás voy a volver a quejarme de que el marisco es caro”, dicen muchos participantes al acabar el taller
Un oficio artesano duro y mal pagado
¿Cómo es posible que el marisco apenas dé para subsistir, si es un producto muy cotizado por los mejores paladares? Si el vocabulario y el trabajo de las mariscadoras se parecen mucho a los del campo, sus problemas también. “Los intermediarios y la cadena suelen incrementar esos precios, pero si vas a las lonjas comprobarás que el marisco y el pescado a veces están a precios irrisorios”, observa Vidal. Hasta tal punto que les llegan a pagar a dos euros el kilo de berberechos, un precio que en los supermercados se encuentra más que cuadruplicado.
“El marisco está muy cotizado, pero el trabajo más duro para conseguirlo, que es el del mar, es el menos valorado económicamente”, lamenta la mariscadora. A eso se le suma el problema del cambio climático, que está provocando una caída “en picado” de la producción, y la competencia del marisco de terceros países. “La mayoría del marisco que hay en los supermercados viene de fuera, donde trabajan a un coste más bajo. Nosotros no evolucionamos, usamos una herramienta ancestral, como pasa con los apicultores de la miel, y se aprovechan de ella. Lo venden muy bonito, pero a nosotras nos pagan fatal”, denuncia.

¿Cuál sería la solución a este problema estructural? Rita Vidal opina que “la administración tendría que poner unos precios mínimos al marisco gallego, ya que es un oficio tradicional que debería estar considerado parte del patrimonio de la cultura marinera gallega”. Sería una forma de que estas mujeres, que trabajan “por amor al arte, por amor a la profesión”, pudieran subsistir de una manera más digna. Una medida para que se valorare su trabajo tanto como el producto que tan gustosamente comemos en los mejores restaurantes.
Quienes no ocupamos cargos de responsabilidad en las instituciones, siempre podemos colaborar con ellas consumiendo producto local y aprendiendo de su pasión por el mar, participando en los talleres de marisqueo en las Rías Baixas.
Raquel Andrés
Periodista y aventurera. Me has podido leer en Escapada Rural, Diari Nosaltres La Veu, La Vanguardia, El Salto y otros medios. Habitante y amante de las zonas rurales, sea cual sea el destino. Procuro escaparme una vez por semana con las botas de montaña, el arnés o el neopreno. También soy un intento de baserritarra.