
La Calzada del Gigante es uno de los atractivos turísticos más sorprendentes de Irlanda del Norte. Es un promontorio junto al mar con unas 40.000 columnas hexagonales de basalto de origen volcánico. Tienen formas tan regulares que parecen piedras talladas a mano. De hecho, adquiere ese nombre porque, según la leyenda, el camino lo construyó un gigante.
¿Sabías que en Euskadi existe algo parecido? Salvando las distancias (y las dimensiones), el pequeño municipio de Fruiz, en Vizcaya, cuenta con unas formaciones geológicas peculiares que nos recuerdan mucho a las irlandesas.
Los basaltos de Fruiz
Nos referimos a los basaltos de Fruiz, un destino de interés geológico con su historia. La explicación de estas curiosas formas que tiene la roca la encontramos hace 80 millones de años. Entonces, el fondo del mar comenzó a fracturarse y, por sus grietas, ascendió el magma. Se enfrió enseguida, sin llegar a desbordarse, fragmentándose y formando estas columnas de basalto.

Como sus hermanas mayores irlandesas, estas rocas del interior de Vizcaya presentan formas pentagonales, hexagonales y heptagonales casi perfectas. Son prismas con longitudes variables, entre los 2 y los 35 metros con lados que miden entre 30 y 60 centímetros de largo, muestras de vulcanismo del Cretácico superior. Hoy, forman parte del inventario de Lugares de Interés Geológico (LIG) del País Vasco, donde se destaca que “son el mejor ejemplo de lavas tabulares con disyunción columnar existente en la cuenca vasco-cantábrica”.
Las rocas se explotaron en una cantera
Si la Calzada del Gigante de Irlanda del Norte se explota de alguna manera, es con el turismo. Casi 700.000 personas se acercan cada año a este rincón costero. Las rocas basálticas de Fruiz, en cambio, se han aprovechado como explotación dedicada a la producción de áridos, que generalmente se destinaban a la industria y a la construcción. Nos referimos a esta actividad en pasado porque la cantera en la que se encuentran ya cerró. En la actualidad está abandonada.
Hoy, esta curiosidad geológica no es muy conocida por el público general, aunque sí es bastante visitada por investigadores de diferentes universidades del mundo debido a su interés científico.
Cómo llegar a los basaltos de Fruiz
Los basaltos están en la cantera de Aldai, a la que es fácil llegar. Hay que aclarar que el recinto es de propiedad privada y el acceso está restringido al público, aunque se pueden contemplar las formas de los basaltos desde fuera. Está en el kilómetro 5 de la carretera Mungia-Gernika, a unos 700 metros al noroeste de Fruiz. Se puede ir caminando, sin pérdida, desde el mismo pueblo.
De hecho, lo más recomendable es ir a pie, ya que en la antigua cantera no hay espacio para aparcar. En su interior, el basalto no está señalizado y apenas hay una construcción que recuerda la actividad extractiva que hubo en el lugar.
Rocas volcánicas que no nacieron en un volcán

El flysch es una maravilla geológica que se puede contemplar en la costa. Son sedimentos que se fueron depositando lentamente durante millones de años, formando diferentes capas. Otros depósitos se almacenaron como consecuencia de grandes avalanchas submarinas originadas, por ejemplo, por la apertura del golfo de Vizcaya. Después afloraron en la llamada “gran colisión”, cuando la pequeña placa ibérica chocó contra la gran placa europea. La costa vasca es un buen exponente de ello, con múltiples acantilados que explican la historia de la Tierra.
Entre todas las curiosidades geológicas del lugar, vamos a centrarnos en las rocas ígneas que hay en el flysch de Vizcaya. Nos referimos a las que se forman cuando el magma se enfría y se solidifica. Es decir, rocas volcánicas que no proceden de un volcán, sino del interior de la Tierra. Un ejemplo son los basaltos de Fruiz de la cantera de Aldai, pero hay más.
Otras rocas ígneas que ver en el flysch de Vizcaya

En la playa de Bakio se pueden ver unos materiales muy curiosos. Hay arcillas rojas bajo el acantilado y unas rocas volcánicas de color verde (técnicamente se conocen como “ofitas”) que emergen como islotes aislados en el arenal. Para encontrar su origen hay que viajar mucho en el tiempo, al final del Triásico, hace unos 200 millones de años. Es el momento en el que el supercontinente Pangea se estaba fracturando.
La separación de las placas tectónicas formó lagunas costeras y mares poco profundos con una alta evaporación debido al calor procedente del interior de la Tierra. De ahí salieron las arcillas rojas (o rocas evaporíticas) y, después, las ofitas, que sobresalen hoy en la playa. Son más resistentes a la erosión y dejan un paisaje muy salvaje, en sintonía con las montañas verdes que envuelven Bakio. Hoy, este lugar acoge importantes eventos de surf y se puede disfrutar de las panorámicas de su paseo marítimo costero, de 1,2 kilómetros, que llega hasta el puerto.
Otro ejemplo de rocas volcánicas en el flysch de Vizcaya se ve claramente en las “pillow lavas” (o “lavas almohadillas”) de la playa de Meñakoz, ubicada entre Sopela y Barrika. Los sobrecogedores acantilados que rodean la zona de baño de esta playa nudista, de 400 metros con poca arena y mucha piedra, exhiben un afloramiento excepcional de lavas submarinas en su lado occidental.

Forman parte de una de las coladas más representativas del vulcanismo del Cretácico superior (hace 90 millones de años) en la cuenca vasco-cantábrica. Las “pillow lavas” se forman cuando la lava entra en contacto con el agua del mar y se enfría bruscamente. Primero por los bordes, y después por el centro, provocando fracturas en su estructura interna. Las de la playa de Meñakoz están en posición invertida, es decir, con la base hacia arriba.
Hoy, esta cala es muy frecuentada por los surfistas expertos, pues las rocas acentúan su peligrosidad. Quienes no estén preparados, siempre pueden disfrutar de un paseo más tranquilo y espectacular. La ruta circular por los acantilados de Sopela a Barrika es sencilla, apta para familias. Tiene 11 kilómetros y 200 metros de desnivel.
Raquel Andrés
Periodista y aventurera. Me has podido leer en Escapada Rural, Diari Nosaltres La Veu, La Vanguardia, El Salto y otros medios. Habitante y amante de las zonas rurales, sea cual sea el destino. Procuro escaparme una vez por semana con las botas de montaña, el arnés o el neopreno. También soy un intento de baserritarra.