El castillo de Butrón: de casa torre a escenario de cine

Casi diez años después de darse un remojón nocturno con Marcelo Mastroianni en una Fontana Di Trevi vacía de público (algo imposible a día de hoy), la modelo y actriz Anita Ekberg recorría las estancias del castillo de Butrón, en Gatika (Vizcaya). La primera escena corresponde a La Dolce Vita, el filme de Federico Fellini, mientras que la segunda localización pertenece a Malenka, la sobrina del vampiro, la primera película de terror del cine español. Dos clásicos audiovisuales, aunque por razones diferentes.

Malenka, la sobrina del vampiro es obra del cineasta Amando de Ossorio Rodríguez, nacido en A Coruña en 1918. Después de años de trabajo en otros ámbitos y de ser guionista para otros realizadores, en 1968 consiguió introducir el terror y la fantasía en el cine nacional. Contra los pronósticos de mucha gente, la cinta fue un éxito –teniendo en cuenta su temática y el presupuesto con el que se rodó– y él siguió con su trayectoria hasta llegar al nivel de otros grandes del género como Chicho Ibáñez-Serrador o Jesús Franco.

Una torre de origen medieval

Pero el asunto que nos compete en este texto no es el cine en sí mismo, sino una de esas localizaciones mencionadas: el castillo de Butrón, situado en la colina de Mendichu, un municipio perteneciente a Vizcaya. Construido en 1879 por petición de Narciso de Salabert y Pinedo, marqués de Torrecilla, lleva la firma del arquitecto Francisco de Cubas, que se dejó llevar por la fantasía o, al menos, esa es la sensación que genera.

La base del edificio es la torre-fuerte de Butrón, una construcción medieval del siglo XIII que sirvió de residencia a la familia cuyo apellido le dio nombre al edificio. Un siglo después, el V señor de Butrón decidió ampliarla y construir un castillo debido a las continuas guerras entre señores feudales como los oñacinos y los gamboinos. Necesitaban protección.

En el siglo XVI sus dueños lo abandonaron. Y no fue hasta tres siglos después cuando Francisco de Cubas recibió el encargo de su reconstrucción. En aquel momento, todo el edificio estaba en muy malas condiciones.

Características del castillo de Butrón

Francisco de Cubas edificó un castillo con planta neogótica en la línea de lo que se estaba haciendo en el resto de Europa. De hecho, fue el arquitecto Eugene Viollet-le-Duc, que pasó a la historia por sus trabajos de restaurador de edificios medievales e impulsor del estilo neogótico, quien le dio indicaciones para llevar a cabo el proyecto. 

El resultado fue una impactante y abigarrada construcción gótico-militar perfecta para alojar a una familia de vampiros, organizar una fiesta de Nosferatu con amigos o albergar a un ejército tenebroso (hay quien dice que también es propio de un cuento de hadas).

Según un documento de la Diputación Foral de Vizcaya, el arquitecto: “Reeditó un recinto amurallado con cuatro torres angulares, remedando las preexistentes con un remate almenado nuevo, en el que se inscribe un núcleo central a modo de torre del homenaje, de gruesos muros de piedra de sillería rodeada de torrecillas, barbacana volada, garitones, troneras rematadas con saeteras, matacanes con rejilla, etcétera”.

Además, la institución también resalta que en el edificio se detecta la influencia del estilo Segundo Imperio o Napoleón III en: “Los chapiteles de estructura de madera chapeada en pizarra y en las cresterías que rematan los tejados (plementos muy usuales en los castillos románticos de Baviera); y las influencias exóticas de corte orientalizante, en la utilización de vanos con forma de herradura”. 

El castillo de Butrón en la actualidad

Un dato muy relevante es que el interior se pensó más para darle un uso militar al recinto que para alojar a una familia, porque recorrer sus estancias es complicado. Puede que el marqués de Torrecilla no se imaginase el resultado que iba a tener su encargo, pero Francisco de Cubas sin duda dejó huella.

Entre 1989 y 1992, Estudios Arriaga llevó a cabo una remodelación para poder instalar allí su sede social. En 2005 pasó a manos de la empresa inmobiliaria INBISA y, en 2021, una persona rica pagó cuatro millones de euros (medio millón más de lo que se pedía cuando salió a subasta en 2014) para obtener su propiedad.

El nombre del actual dueño no es público, ni tampoco se sabe oficialmente qué piensa hacer con él. Sí que se prevé que no vaya a utilizarlo para instalar allí un hotel, un lugar de eventos, un museo, etc. Por contra, lo destinará a ‘uso personal’ (si es para vivir en él tendrá que adecuarse a la supuesta incomodidad de su interior).

Hasta hace poco, se organizaban visitas guiadas para poder conocer el castillo por dentro, ya que es Patrimonio Histórico en Gatika. Sin embargo, ahora está cerrado debido a las obras de remodelación de la fachada, que se pueden alargar durante dos años. Aún está permitido admirarlo desde el exterior, un plan bastante atractivo si se tiene en cuenta que el castillo está ubicado en un bosque de árboles centenarios.

Otras joyas arquitectónicas de sus alrededores

El castillo de Butrón está cerca de otro de los escenarios de una ficción audiovisual que ha hecho historia, al menos por su elevada cantidad de fans: la ermita de San Juan de Gaztelugatxe, o «Rocadragón» en Juego de Tronos. Asimismo, desde el lugar donde se encuentra este edificio neogótico es fácil llegar al Landetxo Goikoa, un caserío rural que data de 1510 y que está considerado como uno de los más antiguos que se conservan.