
En un diminuto rincón de la provincia de Ourense sobrevive una aldea que se ha convertido en un museo de etnografía gallega al aire libre. Se trata de Congostro, un pueblo en el que se puede hacer un viaje al pasado imaginario para conocer cómo se las arreglaban los vecinos del lugar en su día a día. Y cómo podrían seguir haciéndolo gracias al cuidado con el que se ha tratado a esos elementos, porque están como nuevos.
Resulta que la céntrica plaza da Aira da Moa está rodeada de construcciones conocidas como hórreos o canastros. Al estar cimentados sobre columnas de piedra, servían para almacenar el grano que secaban, protegiéndolo de la humedad del suelo y de los animales. Era un festín suculento y había que ponerlo a salvo, ya que el sustento de la población dependía de estos alimentos.
Congostro, un pueblo donde revivir la tradición de Galicia

Además de canastros, en Congostro todavía se pueden observar otras piezas características de la tradición gallega como las herrerías, los hornos comunitarios, los cruceros o los molinos. Asimismo, también se aprecia cómo eran los trazados urbanísticos, que se caracterizaban por tener calles estrechas en las que se alineaban rotundas casas de piedra.
En el Centro de Interpretación que se encuentra en lo que era la casa rectoral se puede profundizar aún más en el conocimiento de la historia rural de Galicia. En concreto de la comarca de Limia, a la que pertenece Rairiz de Veiga, el concejo del que, a su vez, forma parte Congostro. El paraje está incluido en la reserva de la biosfera Área de Allariz.

Asimismo, en el centro hay una muestra en la que se explica qué es la Vía Nova o Vía XVIII romana, que atravesaba la provincia de Orense. Este camino que unía Astorga con Braga, en Portugal, se construyó durante la época del emperador Vespasiano y su hijo Tito, con fines comerciales.
Rairiz de Veiga, naturaleza y tradición

Congostro es una de las parroquias que arropa el municipio de Rairiz de Veiga, junto a Lampaza, Ordes, Sabariz, Guillamil, Candás y Zapeaus. Esta parte de Galicia se presenta como un remanso de tranquilidad y aire limpio, en el que es característico el contraste meteorológico entre estaciones: en verano, el calor y la sequía aprietan, mientras que en invierno predominan el frío y la lluvia (un clima que se suele asociar a la región).
Parece que la zona ya estaba habitada en los años del neolítico, como se puede deducir de los túmulos funerarios que se encuentran en el monte Albán. Allí se encontraron diversas herramientas –puntas de flecha, hachas o cuencos– que se pueden ver en Museo Arqueológico de Orense. También es evidente la huella que dejaron los romanos con su mencionada Vía Nova.
Un destacado patrimonio religioso y arquitectónico

En el conjunto de su patrimonio destacan dos templos religiosos. Uno es la iglesia de San Xoán, del siglo XVII, en cuyo interior descansa un retablo que representa a San Pedro y San Juan Bautista. Además, en Guilamil está la iglesia de San Andrés, cuyo edificio original data del siglo XIII, aunque con el tiempo se sometió a numerosos cambios. En sus muros aún se aprecian las influencias medievales y en otros lugares como la fachada sur, por ejemplo, hay restos de la época románica.
En otro ámbito arquitectónico, destaca el castillo de Sainza, también conocido como santuario. Declarado Bien de Interés Cultural, data de 1721 y cada año reúne a decenas de personas en la representación de la batalla de moros y cristianos –El ataque– que se celebra cada 24 de septiembre en la romería de la virgen de la Merced.

Muy cerca reside uno de los robles más longevos y grandes de Europa. Se lo conoce como La Carballa da Rocha o de A Saínza (en gallego, el nombre del roble pasa al femenino cuando se refiere a un ejemplar muy antiguo) y tiene 6,90 metros de perímetro y 33 metros de altura. Según turismo de Galicia: “Sus raíces se funden en la historia de donde está plantado, cerca de la capilla de la virgen de las Mercedes, y en memoria de las gentes del lugar”. Se declaró Monumento Natural en 2007.
Ruta de los Molinos de San Miguel

En un entorno natural tan espectacular sería raro que no existiera, como poco, una ruta de senderismo recomendable. En este caso, una de las más conocidas es la ruta de los Molinos de San Miguel, que parte de Congostro. Se trata de un camino circular de 4 kilómetros aproximadamente, se completa en hora y media y tiene un nivel de dificultad bajo. Es decir, que es accesible para la población en general. En el siguiente enlace podemos descargar el track de Wikiloc.
El camino transcurre entre frondosos tramos de robles –carballos– y pasa por el castro de San Miguel, permite ver los molinos y los hórreos o canastros de la zona y la aldea de Santo André, restaurada para el turismo. Todo el recorrido está señalizado y se puede hacer en cualquier momento del año, aunque se recomiendan las estaciones de clima amable.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.