Tendrás que agacharte y atravesar un túnel para acceder a este Monumento Natural oculto en Jaén

Escrito por
22.06.2025
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Salto de agua del río Tíscar en la cueva del Agua. Por JackF.
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Alicia se queda dormida en el césped y, en sus sueños, persigue a un conejo por un agujero que la lleva al País de las Maravillas, en uno de los libros de ficción más famosos de la historia. Su escritor, Lewis Carrol, era británico, pero si hubiese visitado Jaén podría haberse inspirado para esa escena en el túnel que lleva a la Cueva del Agua de Tíscar, también conocida, precisamente, como la gruta de las Maravillas.
Cómo llegar a la Cueva del Agua
Para acceder a esta horadación de la piedra caliza del monte del Caballo, producida por el río Tíscar, hay que atravesar un pequeño túnel de 10 metros de largo y 1,20 metros de altura (algunas personas tendrán que agacharse un poco). Un dato curioso: es una de las primeras grutas naturales que se descubrió en España y consiguió el título de Monumento Natural en 2019. Además, en bereber, Tíscar significa ‘paso entre montañas’.

Desde el pueblo de Quesada, que es el más cercano, hay unos 15 kilómetros. Quienes quieran ahorrarse una buena caminata pueden dejar el coche cerca de la entrada a la cueva, a la que se accede por la carretera A-6206. Para llegar al inicio del túnel es necesario bajar unas escaleras de piedra (no son complicadas, están bien preparadas) y, después de atravesar el pasadizo, se llega a la gruta. Prepárate porque es impresionante.
«Es una de las primeras grutas naturales que se descubrió en España y consiguió el título de Monumento Natural en 2019«
Una vez en su interior, podemos recorrer sus rincones gracias a diferentes pasarelas que nos acercan hasta el salto del agua del río Tíscar, la imagen de la virgen en su recoveco de piedra y la poza en la que aterriza el chorro, conocida como pilón Azul. La acústica y el entorno son muy propicios para disfrutar de la música. De hecho, alguna vez se han organizado conciertos en ella.
La leyenda de la Virgen de Tíscar y su santuario
Además de los nombres mencionados con anterioridad, a esta gruta también se la conoce como cueva de la Virgen de Tíscar. La razón que explica esta denominación, como podemos intuir, es que en ese mismo lugar hubo una aparición mariana, según cuenta la tradición.

Según su historia, en el año 1319 los musulmanes que vivían en el castillo de Tíscar, situado en lo alto de la montaña y que previamente había sido cristiano, encontraron una imagen de la virgen. Cada vez que intentaban deshacerse de ella –pensaban que era un intento de conquista de los católicos– la lanzaban al agua desde las alturas. Sin embargo, ella volvía a aparecer. Cuando a Mohammed Abdón, reyezuelo de Tíscar, se le acabó la paciencia, decidió romper la imagen en muchos pedazos para ver si terminaba ya con aquel bucle de desaparición-aparición que ya llevaba siete vueltas.
Pero cuando los cristianos, capitaneados por Fernando IV y después por el infante Don Pedro, se hicieron con la fortaleza, buscaron los cachitos y los mandaron a Toledo para que la reconstruyeran. La virgen volvió a su lugar de origen como por milagro y la devoción de los fieles se hizo tan grande que construyeron una ermita en su honor en el siglo XV. Ahora se conoce como santuario de la Virgen de Tíscar.
La historia del castillo de Tíscar
El templo se erigió sobre los restos del castillo. Su origen se remonta a siglos atrás, aunque no se terminó hasta el siglo XX. Actualmente, en su interior hay un baptisterio con una pila bautismal del siglo XVI, un retablo con pinturas de Francisco Baños Martos, un alicatado mudéjar del siglo XIV, puertas de taracea granadina del siglo XVII y unos posibles vestigios de las habitaciones donde habitó Mohammed Abdón.

Un poco más arriba, en la montaña conocida como Peña Negra, aún se pueden ver ruinas del castillo musulmán. Estaba en una zona muy codiciada, ya que desde esa altura se podía ver desde lejos al enemigo. Actualmente, en los días despejados, se puede atisbar Sierra Nevada. Entre otras cosas, aún se conserva parte de la muralla del patio de armas, la torre del homenaje y una torre vigía que data del siglo XIV conocida como la atalaya del Infante Don Enrique. La torre del homenaje se construyó por mandato de Don Pedro y a día de hoy aún conserva su escudo de armas.
Enfrente del santuario hay, además, un rincón que podría decirse literario. Se trata de una losa de piedra de 1959 en la que se han tallado unos versos que el poeta Antonio Machado escribió en 1917. Hacen referencia a Quesada y a la virgen de Tíscar, que es la patrona del pueblo. “En la/ sierra de Quesada/ hay un águila gigante,/verdosa, negra y dorada,/siempre las alas abiertas./Es de piedra y no se cansa (…) Y allí donde nadie sube/ hay una virgen risueña/ con un río azul en brazos/ Es la Virgen de la Sierra”. Unas palabras mucho más amables que las que le dedicaron los musulmanes a la virgen en sus primeras apariciones, sin duda.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.