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La importancia que tuvieron los templarios en España es palpable: es el país europeo con más castillos de esta orden militar y religiosa (se estima que unos 160). Se creó en el siglo XII con el objetivo de proteger los caminos a los cristianos que peregrinaban a Tierra Santa de posibles asaltos. A su paso, dejaron importantes huellas, que se ven, sobre todo, en la construcción de espléndidas fortalezas y templos. También compraron diferentes pueblos en la península ibérica. El último y el más caro fue el pequeño municipio de Culla, en el interior de Castellón.
Nos acercamos a este bonito pueblo de menos de 500 habitantes de la comarca de l’Alt Maestrat lleno de leyendas e historia. Una recóndita localidad donde los templarios tuvieron una importancia significativa en la Edad Media.
Una adquisición por 500.000 sueldos valencianos

El año 1303 los templarios decidieron comprar Culla, un pueblo de orígenes prehistóricos ubicado en lo alto de una colina. Se considera que fue la última adquisición de la orden militar y religiosa. Además, fue la más cara, ya que costó nada menos que 500.000 sueldos valencianos de la época, una moneda que era generalmente de plata. Para entender qué significaba esa cantidad, os diremos que es el doble o el triple de lo que ganaba el rey en todo su territorio.
Los templarios hicieron la inversión de sus vidas casi en balde, ya que tan solo pudieron disfrutar nueve años de la propiedad. Y es que la Orden del Temple desapareció en 1312. En ese momento todas sus posesiones en el Reino de Valencia pasaron a manos de la Orden de Montesa, otra religiosa y militar fundada por el rey Jaime II de Aragón.

Hoy una de las huellas templarias más presentes que podemos visitar en el pueblo es el castillo de Culla. De origen árabe, es uno de los regalos que recibió la orden del rey Alfonso II. Está al noroeste del pueblo, sobre un peñasco a 1.060 metros de altitud. Era de planta irregular y estaba compuesto por tres recintos amurallados, para adaptarse al terreno en cuesta.
Una leyenda popular cuenta que el castillo de Culla tiene un túnel subterráneo que comunica con la cueva que está a los pies de la montaña y de donde brota agua de una fuente
En la actualidad está en ruinas, ya que fue objetivo en la primera guerra Carlista, entre 1833 y 1840. Al quedar en un estado lamentable, se convirtió en la cantera de Culla: el vecindario aprovechó las piedras para construir muchas viviendas del pueblo. Hoy el entorno de los vestigios, que es de acceso libre, está preparado y cuidado para que se pueda pasear a su alrededor. Tan solo quedan restos de la torre de Frare Pere, pero subir hasta el lugar vale la pena solo por las espectaculares vistas que tiene.

Existe una leyenda popular que rodea el castillo de Culla. Se dice que tiene un túnel subterráneo que está comunicado con la cueva que está a los pies de la montaña y de donde brota agua de una fuente. También se cree que pasó por aquí Rodrigo Díaz de Vivar, ‘el Cid Campeador’, aunque no existen pruebas documentales que lo acrediten, debido a los acuerdos que tenía con el rey Pedro I de Aragón.
Un pueblo medieval con mucho encanto
Además del castillo y de la presencia templaria, este pequeño pueblo de Castellón tiene otros encantos. Ya solo pasear por su núcleo urbano es un viaje a la época medieval. Está repleto de casas de mampostería, paredes encaladas y callecitas empedradas, muchas en cuesta hacia la fortaleza. Todo ello ha contribuido a que el casco antiguo esté declarado Bien de Interés Cultural (BIC).

El asentamiento tendría orígenes prehistóricos porque se han encontrado restos arqueológicos en la zona, como los de la fuente de la Carrasca y la roca del Corb, además de las pinturas rupestres del barranco de Santa María y Covarxa. Después hay constancia de la presencia de los musulmanes de al-Ándalus hasta principios del siglo XIII.
Si paseamos por las callejuelas de Culla podremos llegar a diferentes puntos de interés del pueblo, como la Iglesia de San Salvador, con un interior de estilo gótico de gran valor artístico. Sigue por la Casa Abadía, que es el antiguo hospital del siglo XVI y que se utilizó también como albergue para personas sin recursos. Otra visita obligatoria son los arcos de la antigua muralla y la prisión de las Guerras Carlistas, que fue un granero del Comendador de la Orden de Montesa durante los siglos XIII y XIV. Para tener una buena panorámica, podemos acercarnos al mirador del Singlet.
Rutas para conocer el entorno natural de Culla
En los alrededores de Culla hay diferentes senderos marcados muy asequibles para adentrarnos en una naturaleza con profundos barrancos y numerosas cuevas. Por ejemplo, podemos seguir las marcas blancas y verdes del sendero local 65.2, que nos acerca a los antiguos molinos de viento que se empleaban en la zona para moler el grano. En total son unos 9,5 km y 200 metros de subida.

Otra opción es seguir el PR-CV 225.1, de 6,5 km y 280 de desnivel positivo, que pasa por un paisaje de huerta y lleva hasta el Mas dels Oms. Sigue por un camino de montaña que discurre entre la roca del Corb y el morral del Sereno, dos muelas sobrecogedoras de más de 1.000 metros de altura. Baja hacia el río Montlleó y llega hasta la Font de l’Oli, un curioso nombre que se explica porque el agua se va filtrando por las rocas, gota a gota, y se acaba recogiendo en un pozo.
Acabamos con el recorrido PR-CV 297 que conduce hasta la impresionante cova del Bovalar. Son 11,30 km y 420 metros de desnivel positivo, sin grandes complicaciones. Pasa por preciosos caminos rocosos entre paredes desplomadas y bosques de carrascas hasta llegar al rincón de roca que tuvo un pasado pastoril. Sigue por el barranco del Pou de la Bleda, pasa por las faldas del Tossal del Mas de la Cova y toma el camino del barranco del Sargar hasta volver a Culla.
Raquel Andrés
Periodista y aventurera. Me has podido leer en Escapada Rural, Diari Nosaltres La Veu, La Vanguardia, El Salto y otros medios. Habitante y amante de las zonas rurales, sea cual sea el destino. Procuro escaparme una vez por semana con las botas de montaña, el arnés o el neopreno. También soy un intento de baserritarra.