El Capricho de Cotrina: el «Gaudí» escondido en Extremadura

La influencia del arte en las personas puede llegar mucho más allá de las láminas que decoran las paredes de las casas o de las clases de pintura en las que se reproduce un cuadro famoso. Hay quien se lía la manta a la cabeza y sigue los pasos de su creador preferido. Es el caso de Francisco González Gragera, responsable de la construcción de El Capricho de Cotrina, un homenaje nada velado al famoso arquitecto Antoni Gaudí. Porque sí, la arquitectura también es arte.

La historia de este edificio comienza en la mente de una niña, que le pide a su padre una casa de campo digna de una princesa, no una segunda residencia cualquiera. Ella, que es la pequeña de una familia de siete hijos, quiere un castillo o un palacio. Su progenitor, que se dedicaba a la construcción, no le negó el deseo.

Así nació El Capricho de Cotrina, que se encuentra cerca de la sierra de San Cristóbal, en concreto en el municipio de Los Santos de Maimona, perteneciente a Badajoz. Si bien Gaudí desarrolló su carrera entre finales del siglo XIX y principios del XX, la construcción firmada por González Gragera data de 1989. El nombre de la casa es una mezcla entre el Capricho que el arquitecto catalán levantó en Comillas (Cantabria) y el apodo con el que conocían a este hombre en Torremegía, su pueblo natal: Cotrina.

¿Cómo es el Capricho de Cotrina?

El edificio tiene una extensión de 183 metros cuadrados y comparte características con obras del célebre arquitecto de Reus. Las paredes decoradas con mosaicos de colores o trencadís (la palabra catalana que se usa para definir este tipo de técnica modernista), las curvas y las figuras ornamentales, las referencias a la naturaleza e incluso esculturas de animales similares a la famosa salamandra del Park Güell. También hay referencias a la flora de la comunidad como la bellota, o flores como la margarita que crece en los jardines.

El interior de la casa –que está hecha con mortero de cemento, ladrillo y piedra caliza– está organizado para que se resida en ella, no es un mero decorado. Tiene habitaciones, cocina, baños, salón o terraza. El pasillo, de color naranja y de 12 metros, es como un gusano gigante que lleva al dormitorio. La chimenea, por su parte, termina con una tortuga en lo alto. Otro dato reseñable: la puerta pesa 400 kilos y para abrirla y cerrarla hay que usar el eje de un camión.

Además, en los exteriores hay un taller para trabajar el mármol, una fuente y un estanque. Un detalle muy llamativo de esta historia es que el responsable de la obra no tenía conocimientos de arquitectura. Todo lo que logró fue gracias a su capacidad autodidacta. 

Aunque el constructor falleció en 2016, a día de hoy sus descendientes siguen con su obra y es posible visitarla los fines de semana y festivos con cita previa. El acceso es gratuito, aunque aceptan donaciones que reinvierten en seguir con el desarrollo del proyecto que inició el progenitor.

Otros edificios inspirados por Gaudí en España

Francisco González Gragera no ha sido el único que se dejó llevar por el espíritu de Gaudí para desarrollar su creatividad constructora. Por el resto del país hay más ejemplos de la influencia del arquitecto catalán que creó un estilo único (pero no inimitable). 

El santuario de Montferri

También conocido como la ‘Sagrada Familia de Tarragona‘, este original templo fue inaugurado en 1999 después de siete décadas de construcción. El dinero para la obra salió del bolsillo de los vecinos de Montferri, el pueblo donde está ubicado. Su parecido con la Sagrada Familia de Barcelona (que algún día se terminará de completar) se debe a la formación del arquitecto que lo proyectó. 

Se trata de Josep Maria Jujol, que fue aprendiz de Gaudí y que tomó como referencia las grandes vidrieras de colores de la iglesia barcelonesa, así como otros detalles de obras de su maestro, como el Park Güell.

El Capricho de Rillano

Si en Badajoz está el El Capricho de Cotrina, en Guadalajara está el de Rillano. Un creador llamado Juan Antonio Moreno se tiró 12 años elevando un edificio ‘estilo Gaudí’ en Rillo de Gallo, una población de menos de 50 habitantes.

Al contrario que el de Cotrina, este no está pensado para ser una vivienda porque no tiene ni habitaciones ni baños. En su parte superior hay una figura parecida a la salamandra del parque barcelonés, también con trencadís.

Palacio de Longoria y Can Casasayas

También hay otros ejemplos de modernismo muy cercano al estilo de Gaudí fuera del ámbito rural. Dos ejemplos claros son el palacio de Longoria en Madrid y Can Casasayas en Palma de Mallorca.

El primero es obra de José Grases Riera, que lo realizó entre 1902 y 1904 por encargo de un financiero llamado Javier González-Longoria. Diez años después pasó a manos de la Compañía Dental Española y actualmente es la sede de la Sociedad General de Autores de España (SGAE).

En cuanto a Can Casasayas, su historia se remonta a 1908, cuando el empresario Josep Casasayas Casajuana pidió a los arquitectos Francesc Roca Simó y Guillem Reynés Font que le diseñasen un edificio destinado a ser una pensión. Finalmente, el proyecto dio lugar a dos edificios separados por la calle Santacilia, aunque la idea final era unirlos por un paso superior. 

Sin embargo, nunca consiguieron la autorización de los organismos oficiales y así se quedó, aunque ahora la división es parte esencial de su identidad. Tampoco llegó a ser un hospedaje sino que sus pisos se utilizaron como viviendas. La construcción se puede ver en el centro de la ciudad, en plena plaza del Mercado.