¿Sabías que en este pueblo de Teruel hay una ermita en la que siempre “llueve”?

Escrito por
19.06.2025
|
6min. de lectura
Ermita del Llovedor en Castellote. Por Viajarruteando.
Índice

Hay una parte de la historia sobre la construcción de la ermita del Llovedor, situada en Castellote (Teruel), que tiene que ver con la devoción. Aunque también hay otra impulsada por una revancha. Como en casi todas las historias relacionadas con el culto, puede que tenga algo de leyenda. A los creyentes no les importa y a los visitantes, que nada tienen que ver con la tradición, tampoco debería. Al fin y al cabo, el lugar impresiona por sí mismo y el relato de los sucesos que dieron lugar a la creación del templo, le da un punto más de interés.
La virgen que hizo que lloviera
El origen de la ermita se remonta muchos años antes de que se colocase su primera piedra. El 29 de abril de 1408, un grupo de once jóvenes partió de Castellote en procesión a la ermita de la Balma, en el pueblo de Zorita, para pedirle a la virgen que lloviese. La sequía estaba durando demasiado y la población necesitaba ayuda. La Inmaculada les concedió la petición y llovió, por lo que se instauró la tradición de acudir en romería cada año para darle las gracias.
Sin embargo, después de muchos años de peregrinaje, el obispo de Tortosa decidió cortar por lo sano con la costumbre y prohibió a los miembros de la Cofradía de Nuestra Señora de la Balma la entrada al templo. De ese impedimento surgió la iniciativa de erigir una ermita propia, también relacionada con la lluvia, en una ladera del monte Atalaya: la ermita del Llovedor.

Según cuenta la tradición, en ese lugar, en 1170, la virgen se apareció y, gracias a ella, un manantial comenzó a brotar de la roca. El suceso llevó a los devotos a levantar un templo que se terminó en el año 1902 y que estaba compuesto por una sola nave encajada en la montaña. Con el paso del tiempo, se ha sometido a diversas reformas.
La explicación científica
Aunque la religión considere que fue obra de la virgen, lo cierto es que esa fuente se debe a una surgencia de agua. Es decir, agua subterránea que sube hasta la capa superior de la corteza terrestre y se filtra por las rocas. Como se debe a ese fenómeno y no a la meteorología, el manantial suele tener agua. Según explican a EscapadaRural desde la oficina de turismo de la comarca del Maestrazgo: “Cuando hay sequía apenas sale, pero siempre hay algo”.

Actualmente, quienes visitan la ermita pueden disfrutar del sonido de los cantos dentro del templo y ver el altar iluminado. Solo hace falta meter un euro en la máquina que se encarga de hacer la experiencia más inmersiva. Aunque, para vivirlo con auténtica emoción, lo mejor es esperar al 1 de mayo, cuando los hombres de la cofradía de la Virgen del Agua la visitan en romería. Las mujeres lo hacen un poco después, el primer sábado más cercano a la celebración de Pentecostés, aunque la intención y las acciones son similares.
A primera hora del día, la peregrinación parte del pueblo encabezada por dos cofrades que llevan dos estandartes, el repique de una campanilla marca el paso. Al llegar a la iglesia se celebra una misa y se organiza una comida, que se compone de conejo con caracoles y otros platos típicos. Posteriormente, se regresa a Castellote pasando por el Pocico de San Juan, donde se hace una pausa para disfrutar de unos cuantos manjares más. Al atardecer hay un paseo con antorchas.
Castellote más allá de la ermita del Llovedor
En lo alto del monte Atalaya se encuentran los vestigios de un castillo medieval. Contaba con tres espacios y varias torres, cuyos restos aún se pueden observar, sobre todo los pertenecientes a la torre del Homenaje. Los primeros datos que se tienen de la fortaleza datan de 1168, cuando Alfonso II se lo arrebató a los musulmanes que lo controlaban. Posteriormente, fue propiedad de la Orden del Temple, los miembros de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén y los carlistas. Muchos años después, en 2011, pasó a manos del Ayuntamiento de Castellote, que se encargó de las reformas que ahora permiten apreciarlo.

El casco antiguo del pueblo está declarado Bien de Interés Cultural. Un paseo por sus calles nos lleva hasta la torre-cárcel de los comendadores. En la Edad Media, este edificio se utilizó como primera fortaleza del castillo –desde allí se podía ver las avanzadillas de los enemigos– y, posteriormente, fue la cárcel del lugar hasta 1950. Ahora existe la posibilidad de visitarla, aunque se recomienda llamar antes. En su interior podemos conocer cómo vivían los templarios.
Asimismo, en el centro del pueblo se puede visitar la iglesia de la virgen del Agua, situada al lado de la torre templaria. Su origen data del siglo XII y en su interior se conserva una talla románica de la virgen –la que se apareció en el Llovedor– a la que está consagrada y es la patrona de Castellote.

Aquellos que sean aficionados a la paleontología tienen que visitar el Bosque Pétreo, donde se muestra la historia de los dinosaurios y mamíferos que vivieron en la zona hace más de 125 millones de años. En el recinto se pueden conocer los detalles de un bosque carbonífero y fósiles de yacimientos encontrados en la zona. Y, por supuesto, no se puede abandonar Castellote sin ver su acueducto de las Lomas, también conocido como ‘puente del gigante’, que se ve desde el castillo. Se trata de una construcción que se realizó para canalizar el agua que se utilizaba en el pueblo. Está compuesto por once arcos y el último, el del gigante, es el más llamativo, ya que se eleva 14 metros sobre el río.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.