Escuela de los Pueblos: formación para recuperar los saberes rurales

La búsqueda de unas mejores condiciones de vida, pero también de la modernidad, empujó a miles de personas a emprender el conocido éxodo rural en España hacia la segunda mitad del siglo XX. Entonces, la ciudad representaba el progreso y la cultura, mientras que el pueblo, con unos tintes despectivos, era un territorio de personas supuestamente iletradas y de rudos modales. Así que las escuelas de los pueblos se fueron vaciando poco a poco y se fue perdiendo el relevo generacional.

Cómo ha cambiado la cosa. Cuando la rueda asfixiante del casa-trabajo, trabajo-casa ha empujado –nos ha empujado– a los urbanitas al reencuentro de las zonas rurales. Buscamos la reconexión con la naturaleza y sus tiempos. Y así, hemos (re)descubierto la sabiduría de las personas que las habitan. También la explosión de los huertos urbanos en las ciudades nos ha obligado a buscar tutoriales en Youtube con trucos para cultivar hechos por personas que viven en pueblos. ¡Los «de ciudad» aprendiendo de los «del campo»!

¿Cómo se aprende hoy a ordeñar?

Cuando hacemos turismo rural, son muchos los pueblos que han decidido honrar a esas personas y oficios que nos han alimentado, vestido o facilitado la vida durante siglos. Lo hacen con visitas guiadas y museos etnográficos dedicados al pastoreo, a la sastrería, a la música tradicional, etc. Unos oficios y saberes que se han transmitido de forma natural entre generaciones.

Pero, ¿cómo aprende hoy una persona a gestionar un rebaño y a ordeñar si hace décadas que se murió la última pastora del pueblo? ¿Cómo se construye siguiendo una técnica tradicional, duradera y medioambientalmente sostenible si hace años que dejó de emplearse? ¿Cómo se hace una cesta con paja de centeno?

Una escuela para aprender los saberes populares

Esa transmisión oral natural de saberes populares de antes sigue dándose en algunos sectores y zonas rurales, pero ha desaparecido en muchas otras. Para que la falta de conocimiento no suponga un obstáculo a la hora de volver a dedicarse a la agricultura, a la ganadería o a cualquier otro oficio tradicional, el movimiento popular Colectivo Memoria Viva de los Pueblos impulsa la Escuela de los Pueblos ‘Josefa Martín Luengo’, en Quecedo de Valdivielso (Burgos).

Se trata de un nuevo espacio formativo-experiencial de saberes tradicionales. Está pensado para el movimiento social rural y urbano que quiere trabajar por la revitalización y defensa de los territorios. Han comprado de manera colectiva una casa solariega en ruinas del siglo XVI en la comarca de Las Merindades y ahora van a rehabilitarla gracias a una campaña de micromecenazgo. Lo apoyan la Revista Soberanía Alimentaria, Biela y Tierra y la Universidad Rural del Cerrato, además de medio centenar de colectivos y entidades de todo el estado.

Los espacios de la futura Escuela de los Pueblos

En EscapadaRural hablamos con una de las personas que están implicadas en el proyecto, Pablo Simón, que es agricultor de Arroyo de Valdivielso. Cuenta que la iniciativa no nace de la nada, sino que bebe de una trayectoria de economía comunal que impulsaron jóvenes que viven en el valle de Valdivielso en el año 2018. Admite que es un territorio “difícil” porque “no hay gente”, no tiene transporte público, no hay tiendas y apenas hay niños o niñas. De hecho, una meta de la Escuela de los Pueblos es abrir una escuela infantil. “Sin niños y sin lo comunitario, no vamos a poder hacer ningún proceso de lucha a largo plazo en el mundo campesino”, sostiene Simón.

La campaña de financiación colectiva ha logrado el dinero esperado. Con él, arrancará el proyecto de la Escuela de los Pueblos. Está previsto que se desarrolle en cuatro fases tras la compra del caserón. La primera será la limpieza, desescombro, apuntalamiento y refuerzo de la estructura. La segunda empezaría el año que viene y supondrá ya la creación del aula-taller, la cimentación, soleras y el graderío exterior. En la tercera se rehabilitará el cubo y su tejado. Y la cuarta contempla la finalización de los tejados, las habitaciones y las salas.

El agricultor Pablo Simón: «El proceso de transmisión comunitario de todo ese conocimiento ya no existe. Nuestra única baza para poder volver a darles vida es con una escuela de los pueblos»

Estos primeros fondos serán suficientes para comenzar las primeras clases, talleres y alojamiento de los participantes. La Escuela de los Pueblos tendrá diferentes espacios, algunos de uso para el estudiantado y profesorado (habitaciones, aulas y talleres), y otros de acceso libre al público general. Hablamos del centro sociocultural con tienda, la cafetería cultural, la casa de comidas o un espacio de día para personas mayores con huertas y actividades intergeneracionales. También tendrá un espacio de transformación alimentaria que funcionará como un obrador colectivo y un banco de tierras propio.

Una formación que va más allá de los oficios del campo

La formación se impartirá desde una perspectiva agroecológica y de soberanía alimentaria con una coordinación político-pedagógica. Eso significa que todos los cursos tendrán una parte “más humanística” y relacionada con “un análisis crítico y social de la realidad”. Otra estará centrada en el aprendizaje de oficios. Habrá cursos de ganadería y fruticultura, pero lo rural va más allá del trabajo en el campo. Así que también se podrá aprender albañilería, fontanería, electricidad, gestión forestal, comunicación social, arte popular o salud comunitaria. “Es importante este espacio porque no hay nada similar en el medio rural”, afirma Pablo Simón.

Como decíamos, antes no hacían falta aulas para aprender estos conocimientos porque se transmitían de forma oral en las comunidades rurales. Y esas personas mayores de los territorios rurales que albergan saberes serán clave en la Escuela de los Pueblos del valle de Valdivielso. “Para ellos es muy gracioso. Adquirieron su conocimiento de forma constante de la comunidad en un momento en el que estaban vivas y ven que ahora eso viene de una escuela”, observa Simón.

Pero la rotura de esa correa de transmisión hace esencial la existencia de una formación regulada para revitalizar las zonas rurales, como explica este agricultor: “Ahora mismo, para que la gente se pueda asentar en los territorios con garantías hace falta formación. El proceso de transmisión comunitario de todo ese conocimiento ya no existe. Nuestra única baza para poder volver a darles vida es con una escuela de los pueblos”.