Tras las huellas del gigante de Altzo en Guipúzcoa

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17.05.2025

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Altzo, el pueblo del gigante vasco. Por Raquel Andrés Durà
Altzo, el pueblo del gigante vasco. Por Raquel Andrés Durà

Hay pueblos pequeños que destacan por su grandeza, y no siempre de forma metafórica. Hoy nos vamos a un municipio que es conocido por las grandes dimensiones, de manera literal, de uno de sus habitantes. Hablamos de Altzo, el pequeño-gran pueblo de Guipúzcoa en el que nació Migel Joakin Eleizegi Ateaga, un gigante que llegó a medir unos 2,70 metros de altura y que pesaba 203 kilos.

Nos acercamos a la curiosa y sorprendente historia del “gigante de Altzo” y recorremos la ruta que sigue sus pasos en el pueblo que le vio nacer y –nunca mejor dicho– crecer.

¿Quién fue el “gigante de Altzo”?

Escultura a tamaño original del gigante de Altzo. Por Raquel Andrés Durà
Escultura a tamaño original del gigante de Altzo. Por Raquel Andrés Durà

El niño Migel nació en 1818 en el caserío Ipintza de Altzo, un pequeño pueblo cerca de Tolosa. Entonces nada hacía presagiar que se convertiría en la persona más famosa de su municipio, ya que tuvo una infancia y una adolescencia normales. Sin embargo, cuando cumplió 20 años, tuvo una enfermedad grave y empezó a crecer de forma desmesurada y continua hasta su muerte.

Los vecinos se acostumbraron a la anomalía al verle todos los días, pero cuando bajaba de la montaña –Altzo está en alto–, le miraban de forma extraña. No era para menos. Aún en la actualidad, a pesar del trabajo para aceptar todos los cuerpos y de no juzgar a las personas por su apariencia física, nos sorprendería ver a un hombre de entre 2 y 3 metros de altura. En su tiempo era el hombre más alto de Europa. Se dice que para abastecer tal corpulencia, comía el equivalente a tres personas y solía beber 23 litros de sidra todos los días.

Estatua de Migel Eleizegui, Gigante de Altzo. Wikipedia - Zarateman
Estatua de Migel Eleizegui, Gigante de Altzo. Wikipedia – Zarateman

Aunque Migel no acababa de verse bien en aquel cuerpo sobredimensionado, un vecino de la cercana Lekunberri (Navarra) decidió aprovechar la extravagancia para hacer negocio. Este hombre fue José Antonio Arzadun, quien formó una sociedad para exhibir al “gigante de Altzo” por los pueblos a cambio de dinero. También sería conocido con otros apodos como el “gigante vasco” o el “gigante español”.

Viajes por todo el mundo

La sombra del Gigante de Altzo, dibujada en el frontón del pueblo. Por Raquel Andrés Durà
La sombra del Gigante de Altzo, dibujada en el frontón del pueblo. Por Raquel Andrés Durà

Así, Migel comenzó a viajar por la península y por Europa. No solo aparecía tal cual, sino que llegó a recorrer la Regent Street de Londres vestido de general y seguido de un regimiento a ritmo de tambor. Hay documentos que acreditan que llegó a exhibirse ante Isabel II en Madrid, Luis Felipe en Francia o Victoria I en Inglaterra. De hecho, en Gran Bretaña le llegaron a encontrar una mujer que le llegaba a la barbilla y les propusieron que se casaran para aumentar el espectáculo.

Su creciente fama hizo que apareciera en diferentes revistas y diarios de la época, además de ser retratado en varias ocasiones. En la casa Susse de París hicieron un molde de yeso de sus manos para esculpirlas en bronce. Pero él era, al fin y al cabo, un chico sencillo de un pequeño pueblo del interior de Guipúzcoa. Y lo único que quería era volver a Altzo. De hecho, en el contrato que firmó con Arzadun, exigió unas cláusulas un tanto modestas: que le pagaran todo el tabaco que quisiera y que le dejaran ir a misa todos los días, allá donde estuviera.

Cartel que indica dónde están las marcas que hicieron con las estaturas del Gigante de Altzo en la iglesia de San Salvador. Por Raquel Andrés Durà
Cartel que indica dónde están las marcas que hicieron con las estaturas del Gigante de Altzo en la iglesia de San Salvador. Por Raquel Andrés Durà

La vida del “gigante de Altzo” acabó cuando tenía 43 años, en 1861. Murió en su pueblo debido a una tuberculosis pulmonar. La leyenda todavía se hizo más grande tras su sepelio pues, cuando fueron a exhumar su cuerpo, alguien había robado sus huesos. Sin embargo, la Sociedad de Ciencias Aranzadi descubrió en el verano de 2020 que era un bulo de la época, ya que hallaron los famosos huesos en el cementerio de Altzo. La película Handia llevó la vida de Migel al cine y llegó a ganar 10 premios Goya.

La ruta del gigante de Altzo

Hoy, el pequeño pueblo de Altzo aún mantiene viva la peculiar historia de Migel Eleizegi. Para conocerla podemos hacer una ruta que comienza en la plaza del pueblo, junto al ayuntamiento. Allí hay un edificio moderno que alberga el Centro de Interpretación del Gigante, en cuyos interiores hay réplicas de varios de sus objetos personales como su boina, la silla que usaba, sus guantes y la horma de los zapatos. También se emite un documental y se exhibe un muñeco a tamaño real.

Caserío Ipintza Haundi de Altzo, donde vivió el gigante. Por Raquel Andrés Durà
Caserío Ipintza Haundi de Altzo, donde vivió el gigante. Por Raquel Andrés Durà

Continuamos la ruta visitando el exterior del caserío Ipintza Haundi, donde nació el gigante de Altzo”. En el exterior hay una escultura de piedra del hombre con la recreación a tamaño real de una de las abarcas que calzaba. Puedes meter ahí tu pie –incluso con zapatillas– para comprobar su gran tamaño.

Continuamos hacia Altzo Azpi, separado del centro del pueblo, donde se conserva un viejo molino que estuvo activo hasta 1967 y recientemente ha sido restaurado. En esta zona está la ermita de San Salvador, que es donde el rector iba midiendo a Migel después de cada viaje y marcando su nueva estatura en la pared. Recordemos que la enfermedad que sufría le hizo no parar de crecer durante toda su vida. Hoy, todavía pueden verse las marcas en la piedra del templo. Un cartel indica dónde se encuentran.

Sendero de la ruta del Gigante de Altzo. Por Raquel Andrés Durà
Sendero de la ruta del Gigante de Altzo. Por Raquel Andrés Durà

En el barrio de Altzo Muino está la que se cree que fue la primera iglesia del pueblo, la ermita de Santa Bárbara, del siglo XVII. Enfrente de ella hay otra figura que recuerda al personaje más célebre del lugar, el gigante de Altzo. Hasta en el frontón han dibujado su silueta.

Además, el Ayuntamiento de Altzo organiza visitas guiadas todo el año bajo reserva para conocer todos los detalles y anécdotas del gigante que dio fama al pueblo. Por supuesto, otro de los atractivos de Altzo son las impresionantes vistas. Desde el pueblo se puede ver un paisaje rural de prados verdes y caseríos cuidados junto al monte Otsabio y con la cercana forma del inconfundible monte Txindoki, en la sierra de Aralar.

Una parada en Donostia

Indicaciones de la ruta del Gigante de Altzo. Por Raquel Andrés Durà
Indicaciones de la ruta del Gigante de Altzo. Por Raquel Andrés Durà

Para conocer de cerca los objetos reales –no réplicas– relacionados con el gigante de Altzo”, hay que ir a la capital de Guipúzcoa, Donostia. Aquí está el Museo de San Telmo, que tiene una exposición permanente con sus objetos personales.

En el claustro se exhibe una silla de 64 centímetros de alto, unos guantes de 33 centímetros y las abarcas –el calzado típico de los caseros– de 42 centímetros, que equivalen a una talla 63 de pie.

Raquel Andrés

Periodista y aventurera. Me has podido leer en Escapada Rural, Diari Nosaltres La Veu, La Vanguardia, El Salto y otros medios. Habitante y amante de las zonas rurales, sea cual sea el destino. Procuro escaparme una vez por semana con las botas de montaña, el arnés o el neopreno. También soy un intento de baserritarra.

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