Hay una habilidad mágica, casi sobrenatural diríamos, que tienen los viajeros rurales más expertos cuando visitan un pueblo: lograr integrarse como si hubieran nacido allí. ¡Tal cual! Nada más llegar saludan al del bar por su nombre, saben qué pedir en el menú del día sin titubear y hasta distinguen en qué momento retirarse para no parecer un forastero perdido.
Y es que, no hay nada más bonito en una escapada rural que sentir que, aunque solo estés por unos días, formas parte de la vida del lugar. Por ello, con esta guía rápida que hemos confeccionado, queremos transmitir las claves para que este verano parezcas del municipio, aunque tu carnet de identidad diga otra cosa, y de paso, te proponemos destinos maravillosos donde poder escaparte y ponerlas en práctica. ¿Qué te parece? Prepárate para disfrutar como uno más.
Roda de Isábena (Huesca)

En un pueblo, si no saludas al pasar, es como si no existieras. O peor aún, como si estuvieras enfadado con el mundo. Así que, olvídate del modo “ciudad” donde cruzas con gente con la cabeza agachada y mirando el móvil. Aquí se dice buenos días o buenas tardes a todo ser viviente. Aunque no lo conozcas. Aunque no te conteste. Aunque esté en la otra punta de la plaza.
Da igual, tu misión es saludar. Y si quieres meterte a alguien en el bolsillo, añade un “¿qué tal va eso?”. Seguro que te abrirá las puertas a conversaciones interesantísimas. ¿Dónde lo podrás poner en práctica? En Roda de Isábena, un municipio de la provincia de Huesca con mucha historia, pues ya en el siglo X fue sede episcopal.
Además, presume de ser la localidad española más pequeña que cuenta con catedral. La iglesia luce una arquitectura preciosa, pero lo mejor es la portada y el claustro. Sus calles te conducirán a diferentes lugares de la villa como la Plaza Mayor, el casco antiguo, el molino de aceite o sus murallas, puntos clave donde poder saludar y empezar a sentirte en casa.
Betanzos (A Coruña)

No puedes entrar en el bar de un pueblo como si entraras en una cafetería de moda en Madrid. Lo suyo no es pedir un “café con leche descafeinado de máquina en vaso de cristal con sacarina”. No, eso te delata. Aquí el arte consiste en pedir lo que toca, en pocas palabras y sin florituras: “un corto”, “una caña”o “un vermú”. Y si tienen tapas, raciones o pintxos, no digas “¿qué hay de tapeo?”.
Date tiempo y observa. O sino espera a que te lo pongan porque en muchos lugares las tapas te las sirven directamente. Obviamente, si quieres parecer local del todo, prueba lo típico del municipio o de la zona. En Betanzos es la tortilla de patata, muy melosa, sin cebolla y con huevos de categoría. Es una de las maravillas de la cocina española, pero aquí su fama ha cruzado fronteras.
Podrás probarla en alguna de las tabernas tradicionales de la Travesía do Progreso. Pero no solo de tortillas se vive, Betanzos es una de las siete capitales del antiguo Reino de Galicia y capital del gótico gallego en pleno Camino Inglés, una de las localidades históricas mejor conservadas de las Rías Altas. Destaca su coqueto casco antiguo con una alucinante concentración de iglesias góticas, las puertas de la muralla medieval y sus casas tradicionales con sus balcones de madera.
Benadalid (Málaga)

Por mucho que te apetezca estrenar tus nuevas sandalias o tu camisa de lino blanca bien planchada, ¡recuerda! Aquí hay polvo y calles empedradas. Si no quieres parecer un turista despistado, calza algo cómodo, lleva una chaqueta ligera por si refresca y olvídate del sombrero de ala ancha a las cinco de la tarde.
Nada te hará integrarte más que presentarte preparado para caminar, sentarte en un poyete o subir a un mirador sin problemas. Eso sí, en muchas zonas rurales los domingos todavía se arreglan un poco para ir a misa o para tomar algo en la plaza. Por ello, nos escapamos hasta Benadalid, una joya blanca encajada entre montañas y miradores naturales desde los que domina el colorido valle malagueño del Genal.
Su nombre evoca a la tribu bereber Beni Al Jalid, primeros pobladores de este rincón con historia. El castillo árabe, hoy convertido en cementerio, vigila en silencio las callejuelas del pueblo. Y, a su alrededor, un paraje natural de castaños, encinas y alcornoques invita a perderse sin mirar el reloj.
Berlanga del Duero (Soria)

Sí, los gatos que duermen en la plaza son adorables. Sí, las abuelas charlando al fresco están de postal. Pero, atención, no les plantes la cámara de fotos o el móvil en la cara. Si quieres parecer del pueblo, actúa como si ya hubieras visto esas escenas con anterioridad.
Obviamente, puedes tomar todas las fotos que quieras, pero sé discreto y no interrumpas la vida cotidiana ni invadas la intimidad de la gente. ¿Entendido? En Berlanga del Duero, un municipio de la provincia de Soria, querrás sacar una y mil fotos, pues su conjunto es precioso. Forma parte de la Ruta del Camino del Cid y atesora uno de los monumentos que más llaman la atención, su famosa muralla y la ermita de San Baudelio.
Su casco urbano cuenta con varias edificaciones que fueron construidas en el siglo XVI como la Puerta de Aguilera, aunque la más importante es la Colegiata de Santa María del Mercado. Y, por supuesto, no puedes dejar de visitar su entorno, rodeado de montañas.
Pola de Laviana (Asturias)

Si tienes la suerte de coincidir con una fiesta local, disfrútala al máximo. Pero ten presente, que aunque tú estés de vacaciones, para los vecinos esa celebración es algo serio. Sigue el ritmo del pueblo, únete con humildad y no te pongas en medio de las procesiones para hacerte selfies. Por ejemplo, cada agosto, el río Nalón se convierte en escenario de uno de los carnavales acuáticos más originales de España.
El Descenso Folklórico del Nalón, Fiesta de Interés Turístico Nacional, reúne a miles de participantes disfrazados a bordo de embarcaciones caseras llenas de humor y creatividad. El desfile comienza en el Puente d´Arcu, donde se entona el himno “Chalaneru”, y recorre kilómetro y medio hasta el Puente de La Chalana. Más que una competición es una explosión de imaginación y espíritu festivo.
Getaria (Guipúzcoa)

No hace falta dominar el idioma o dialecto de la zona para integrarse, pero saber unas cuantas palabras básicas ayuda a ganar puntos. Un “gracias” en gallego (“grazas”), un “adiós” en euskera (“agur”) en euskera o un “buenos días” en catalán (“bon dia”) son gestos que los vecinos agradecen, ¿no crees? En el País Vasco lo puedes poner en práctica.
En Getaria, un municipio costero de la provincia de Guipúzcoa, podrás utilizar expresiones en euskera. Aquí fue donde nació Juan Sebastián Elcano, un célebre marinero por haber culminado la primera circunnavegación de la Tierra de la que se tiene constancia. Sus calles empedradas y su puerto pesquero conservan todo el sabor marinero del Cantábrico.
Dominando el horizonte, el monte San Antón, más conocido como el “ratón de Getaria” por su forma, regala unas vistas espectaculares. El casco antiguo está repleto de historia, con la iglesia gótica de San Salvador como joya arquitectónica. Además, esta localidad es tierra de buen comer, una combinación de pescado a la brasa y txakoli es la mejor para una escapada perfecta.
Miryam Tejada
Mi título universitario dice que soy licenciada en periodismo, pero realmente soy una todoterreno a la que le pilló la transición del mundo analógico al digital de pleno. Es decir, soy millennial, y eso lo que conlleva, según las habladurías, es que me dejo llevar y priorizo mi bienestar. O lo que es lo mismo, soy una apasionada de los viajes y las experiencias, del simple hecho de tomar unas cervezas entre amigas, organizar una buena comilona en la sociedad con sobremesa larga incluida o pasar las tardes en el parque con mis gemelos.