Un antiguo arrecife de coral con más de mil metros de pasadizos: así es la cueva más misteriosa de Cataluña (y se puede visitar)

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07.09.2025
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Cueva del Toll. Cortesía del Museu de Moià.

La historia de las cuevas del Toll, situadas en el municipio de Moià (Barcelona), se remonta a 38 millones de años atrás. Por aquel entonces, la zona era un mar interior en el que, entre otras especies marinas, había barreras de arrecifes coralinos. Con el tiempo (otros muchos millones de años), el agua se evaporó, el mar se secó y estos corales se fosilizaron. El arrecife acabó convirtiéndose entonces en una roca cuyo interior se dividió en salas, galerías y simas, debido a la filtración del agua. En total, se crearon 1.148 metros de pasadizos de los que ahora se pueden recorrer 200 metros. Parecen pocos, pero son suficientes para entender la grandeza de este testimonio material de la historia.
Una cueva habitada desde el Neolítico
Este ‘Palacio de la Fauna Cuaternaria’, como se conoce al lugar, ha sido casa de numerosos animales –como el león de las cavernas– y de humanos desde el Neolítico. Al menos eso se sustrae de los restos encontrados en su interior. En 1948, un grupo de espeleólogos empezó a investigar la zona. En 1952 dieron con la cueva, que había estado cerrada desde la Edad de Bronce por un desprendimiento. Dos años después, se abrió al público y las personas, por fin, volvieron al interior de este milenario arrecife disecado.

Actualmente, esta maravilla forma parte del Parque Prehistórico de las Cuevas del Toll de Moià, donde es posible conocerlas por dentro, así como visitar otras instalaciones relacionadas con el tema. Además de la del Toll, que es la más grande, hay otras cavidades más pequeñas como la cova Morta, la sima del Bassot o la cueva de Toixoneres (o Teixoneres). En esta se encontraron indicios de que ya los neandertales fueron sus inquilinos hace 200.000 años.
Curiosamente, en estas cavidades no se han creado ni estalagmitas ni estalactitas, como se podría esperar. Esto se debe a que no hay filtraciones de agua, pero esta característica no les resta espectacularidad ni mucho menos. Otro dato interesante: se encuentran a 745 metros sobre el nivel del mar actual.
Cómo visitar las cuevas del Toll
Las visitas a la cueva del Toll siempre son guiadas y en catalán, aunque también se ofrece el servicio en castellano en algunos horarios concretos. La experiencia permite conocer 200 metros del interior de la cueva, en cuyo interior la temperatura es de 14 grados, mientras un guía especializado explica los detalles de su historia. El recorrido dura entre 45 y 50 minutos y está adaptado para personas con diversidad funcional, con excepción de la última sala.

Tras conocer sus interioridades, se puede dar un paseo por los bosques de alrededor donde están las otras cuevas mencionadas. Además de árboles autóctonos, también se encuentra el cauce de un afluente del río Llobregat conocido como Torrent del Mal, que atraviesa el espacio de norte a sur.
Asimismo, los visitantes tienen la oportunidad de conocer cómo era la vida en este parque hace millones de años gracias a la recreación de cuatro cabañas neolíticas que pertenecerían a cuatro comunidades sedentarias. Cada una atiende a las diversas necesidades derivadas de las condiciones climáticas o geográficas –entre otros factores– y están construidas con materiales encontrados en el entorno natural en el que se erigen.
Museo Arqueológico y Paleontológico de Moià
La mayoría de los descubrimientos paleontológicos y arqueológicos que se encontraron en los yacimientos de las cuevas están en el Museo Arqueológico y Paleontológico de Moià. La adquisición de la entrada a la visita guiada a las cuevas del Toll también permite el acceso gratuito a la galería. Allí se pueden ver materiales que dejaron los humanos desde el Neolítico a la Edad del Bronce, como objetos metálicos o de piedra, cerámicas o piezas de industria ósea.

Asimismo, en la exposición hay vestigios corporales humanos que se descubrieron en las cuevas –como partes del popular niño de Moià– ya que se usaron como sepulcros durante aquellos años. También hay restos fósiles de seres marinos que estuvieron allí durante el Eoceno, hace 38 millones de años, así como de otros animales de las cavernas como el rinoceronte lanudo. En total, la colección se compone de 50.000 piezas.
La entidad también se ocupa de la conservación de diversos monumentos megalíticos de carácter funerario que se encuentran repartidos por la zona. Son los dólmenes del Cuspinar, de Parés o Perers, del Puig Rodó, de Umbertes y de Santa Magdalena. Se erigieron entre el Neolítico y la Edad de Bronce.
Otros atractivos de Moià

Esta localidad del Moianès, que se encuentra en el centro de Cataluña, tiene un casco antiguo en el que destacan elementos del patrimonio como la iglesia de Santa María. Construida entre los siglos XVII y XVIII, es de estilo barroco y destaca en el paisaje por su torre de 52 metros de altura, con forma octogonal y campanario en su parte más elevada.
Se encuentra en plena plaza Mayor, una explanada porticada donde desde el año 1152 se monta un mercado una vez a la semana. A día de hoy sigue en marcha y los vecinos del lugar acuden a él los domingos para comprar pollo asado, queso y otros productos propios de la comarca. La gastronomía es un elemento muy importante de la idiosincrasia de Moià.

Además, los visitantes también pueden pasar por la Casa Museo de Rafael Casanova, que fue consejero de la ciudad de Barcelona y uno de sus principales defensores durante la guerra de Sucesión, en 1714. Esta figura histórica nació en el pueblo en 1660, donde vivió junto a sus padres y sus diez hermanos durante su infancia. En el edificio ahora se pueden ver documentos, obras artísticas y las estancias que habitó.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.