10 horas de peregrinación nocturna para ascender a este precioso santuario de Mallorca
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27.07.2025
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El 'Pujol dels Misteris' del Monasterio de Santa Maria de Lluc, en Mallorca. Por Tolo
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Cuarenta y cuatro kilómetros se dice rápido, pero para recorrerlos a pie hay que dar unos cuantos pasos. Y caminar bastantes horas. Así que no parece una misión apta para cualquier persona. Pero dicen que la fe mueve montañas, así que por motivos religiosos, espirituales, sociales, deportivos o por pura cabezonería, lo cierto es que hay una marcha anual en Mallorca que llega a reunir a 50.000 participantes que andan, por la noche, entre 8 y 13 horas.
Hablamos de la ‘Marcha des Güell a Lluc a peu’, que sale de la plaza Güell de Palma y sube hasta el monasterio de Lluc, en el corazón de la sierra de Tramuntana, a unos 800 metros de altitud. Es el lugar sagrado más emblemático de Mallorca, un centro de peregrinaje erigido en el siglo XVII en el que se venera a la Virgen Negra, más conocida como “La Moreneta”.
Una peregrinación multitudinaria que nació de una caminata entre amigos
Hay diferentes caminos para llegar a pie hasta el monasterio de Lluc, pero el más popular es la mencionada caminata que se hace desde Palma y que tiene lugar todos los años el primer sábado de agosto. La locura comenzó en 1974, cuando un grupo de amigos decidió ir a pie desde el desaparecido bar Güell hasta el templo para agradecer a la patrona de Mallorca que una niña saliera ilesa en un accidente. Fueron unas 30 personas.

Durante cinco años repitieron la gesta, más o menos la misma gente. Sin embargo, en 1980 todo cambió con la entrada de un patrocinador. La caminata se difundió ampliamente por los medios de comunicación y atrajo a nuevos deportistas y curiosos, hasta el punto de llegar a ediciones con 50.000 participantes. Ante tanta expectación, hoy se cuentan por decenas los patrocinadores y los colaboradores de la marcha.
Aunque vaya mucha gente a la ‘Marcha des Güell a Lluc a peu’, no hay que menospreciar la dificultad que tiene por su distancia. Comienza a las 11 de la noche y son unos 44 kilómetros de distancia con 750 metros de desnivel positivo y 300 metros de bajada. Toda la caminata transita por carretera asfaltada, por lo que es recomendable llevar zapatillas de correr por ciudad, más que botas de montaña o similares.
Es una ruta popular no competitiva, por lo que no hay premios al primero que llegue y cada persona puede hacerla a su ritmo. Los primeros participantes suelen llegar 8 horas después y, los últimos, a las 13 horas de haber comenzado, aproximadamente. Otros, en cambio, no consiguen acabarla.
Alternativas más cortas de peregrinaje a Lluc
La marcha está organizada por el colectivo senderista Grup Güell, lo que permite conocer a gente y caminar en compañía, algo que siempre anima y da fuerzas para continuar. Además, los participantes pueden recuperar fuerzas en varios puntos de avituallamiento con comida, bebida y café a lo largo del recorrido. En caso de haber sufrido algún percance, también se ofrecen servicios médicos. La salida es desde Palma, pero se puede acortar uniéndose al grupo en otros pueblos por los que pasa como Marratxí, Santa Maria, Consell, Binissalem, Lloseta o Selva (desde aquí solo son unos 12 kilómetros, aunque queda casi toda la subida a la montaña).

En todo caso, si esos 44 kilómetros te parecen demasiado, o no coincide la marcha popular con las fechas de tu escapada, debes saber que hay otras rutas importantes de ascenso al monasterio de Lluc. Desde Sóller, hay un itinerario bastante exigente con 26 kilómetros y 1.550 metros de desnivel positivo (aquí el track). Desde Pollença, siguiendo el GR-221, la ruta es más sencilla. Tiene 18 kilómetros y 650 metros de subida. La opción más fácil, no obstante, es la del mítico Camí Vell de Lluc por Caimari. Con 9 kilómetros y 430 metros de ascenso, es ideal para hacer en familia.
Qué ver y hacer en el santuario de Santa Maria de Lluc
El entorno del santuario de Santa Maria de Lluc es espectacular y alberga algunos de los montes más emblemáticos de la isla de Mallorca, como el Puig de Massanella o el Puig Tomir, entre cuevas, torrentes y caminos de peregrinación que conectan con pueblos. Es igualmente un buen lugar para hacer cicloturismo y escalada, ya que aquí está la zona conocida como ‘Menut’.

Por supuesto, no puedes dejar de conocer el patrimonio religioso, cultural y arquitectónico del templo. Cuenta la leyenda que, tras la conquista de Mallorca en 1229 por parte del rey Jaime I de Aragón, a un pastor y un monje que vivían en el bosque de Lluc se les apareció la imagen de la Virgen María en una piedra. Hoy, es llamada Pujol dels Misteris o monte de los Misterios del Rosario. Pese a llevarse la imagen a otro sitio en varias ocasiones, siempre reaparecía en el lugar original. Esto hizo que se construyera una capilla en su honor, que fue el germen del actual santuario de Santa Maria de Lluc.
Por otro lado, el complejo espiritual alberga en la plaza de los Pelegrins una estatua de Antoni Maria Alcover, un sacerdote y escritor que dejó un importante legado de obras en lengua catalana como la colección Rondalles Mallorquines d’en Jordi d’es Racó o el Diccionari Català-Valencià-Balear, junto a Francesc de Borja Moll. La basílica de la Mare de Déu de Lluc es el edificio más monumental del santuario y es donde se guarda la imagen de la Virgen. El arquitecto Antonio Gaudí dejó su huella con decoraciones visibles en el interior a principios del siglo XX.

Es interesante visitar el Museo de Lluc para sumergirse en la cultura tradicional. A través de ocho salas, se exhibe un conjunto de piezas arqueológicas, joyería, mobiliario mallorquín, imaginería sacra, cerámica, pinturas, artesanía textil y parte de la obra del pintor Josep Coll Bardolet. En el exterior del templo es visitable el jardín botánico, un oasis de calma que muestra diferentes especies vegetales del mundo, haciendo especial hincapié en las endémicas y autóctonas de las Islas Baleares.
Raquel Andrés
Periodista y aventurera. Me has podido leer en Escapada Rural, Diari Nosaltres La Veu, La Vanguardia, El Salto y otros medios. Habitante y amante de las zonas rurales, sea cual sea el destino. Procuro escaparme una vez por semana con las botas de montaña, el arnés o el neopreno. También soy un intento de baserritarra.