Es matemática pura, llega el verano y España entera se convierte en un horno. En las ciudades, el asfalto se derrite, los parques parecen desiertos a las tres de la tarde y hasta las palomas buscan refugio en las fuentes. Los informativos hablan de “olas de calor históricas” mientras tú calculas cuántos ventiladores más caben en tu casa y sueñas con estar a remojo todo el día.
Pero, ¿y si este año no te resignas? ¿Y si, en vez de sentir ese calor infernal, decides huir a la localidad más fresca que puedas encontrar? ¿Te imaginas? Pues no sueñes más porque esos destinos existen. Lugares donde los días son llevaderos, agradables, y a la noche refresca. En este artículo, te proponemos un plan anti olas de calor. O lo que es lo mismo, hacer una escapada a alguno de los pueblos más frescos de España. ¿Te apuntas?
Torla-Ordesa (Huesca)

Si quieres huir del calor por la puerta grande, pon rumbo a los Pirineos. Y entre todos las villas que se asoman a las montañas, Torla-Ordesa es un clásico infalible. Situado a las puertas del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, este pequeño pueblo es la antesala de algunos de los paisajes más espectaculares y frescos de España.
El municipio en sí es una joya, su casco urbano atesora una de las mejores muestras de la arquitectura típica del Alto Aragón. Además de la iglesia de San Salvador y los restos del castillo medieval, hoy reconvertido en Museo Etnológico, sus bonitas calles te sorprenderán con multitud de casas solariegas de un alto valor histórico. Eso sí, la guinda del pastel la ponen sus bares y restaurantes, donde podrás degustar platos tradicionales de la cocina del Pirineo Aragonés.
Sin obviar, las diferentes excursiones y rutas de senderismo que parten desde aquí, la recomendación antes de aventurarte a realizar ninguna, es que visites su centro de visitantes, donde te enseñarán algunos conceptos útiles acerca de la flora y fauna que habita en la zona y te hablarán de los senderos más destacados.
Piornedo (Lugo)

En la comarca de Los Ancares, en la provincia de Lugo, hay un pequeño pueblo que parece detenido en el tiempo, Piornedo. Esta aldea es conocida por su arquitectura peculiar, las pallozas. Construcciones prerromanas circulares de piedra y techo vegetal, que han pervivido en esta zona hasta hace muy pocos años.
Todo el conjunto de la aldea de Piornedo está catalogado como Bien de Interés Cultural y está considerado como Conjunto Histórico-Artístico. De hecho, uno de los lugares que visitar es el Museo Palloza, donde se explica cómo era la vida de las familias que habitaban en ellas y están expuestas las distintas herramientas utilizadas en la construcción de las mismas.
En definitiva, este municipio es estupendo para una escapada veraniega, podrás desconectar, poner en valor el contacto con la naturaleza y olvidarte del calor, ya que aquí las temperaturas suelen ser suaves incluso en pleno agosto. ¿Te vienes?
Fresnedillas de la Oliva (Madrid)

Aunque cueste creerlo, en la Comunidad de Madrid también hay lugares donde huir del calor. ¿Dónde? Fresnedillas de la Oliva, en la Sierra Oeste, un pequeño y tranquilo municipio que, por su altitud y entorno, ofrece un respiro. Aquí no hay masificaciones, sólo aire limpio, cielos despejados y una paz que reconcilia con el verano.
Su casco antiguo atesora una original ruta de arte. En 2015, la artista Elena Parlange lideró la iniciativa Casas con vida, que llenó las casas abandonadas con 68 murales que recuerdan la historia y los antiguos oficios del pueblo, con ventanas y puertas pintadas con animales, oficios tradicionales y escenas cotidianas.
También para los más curiosos, Fresnedilla alberga un pequeño museo dedicado a la estación espacial que allí se instaló en los años 60, cuando el hombre llegó a la Luna. Además, a poca distancia se encuentra el embalse de San Juan, ideal para darte un baño o practicar deportes acuáticos.
San Esteban de Gormaz (Soria)

Nos escapamos a la provincia de Soria, a orillas del río Duero, donde se encuentra la histórica villa San Esteban de Gormaz. Este rincón con encanto medieval, conocido como la cuna del románico soriano, destaca por su castillo emplazado en la cima de un cerro, desde el que se domina todo, y por sus dos iglesias románicas declaradas Bien de Interés Cultural: Nuestra Señora del Rivero y San Miguel, ambas dotadas de magníficas galerías porticadas.
Por estos lares, el ritmo es pausado, las noches frescas y el aire, durante el día, corre entre las callejuelas mientras los vecinos realizan sus quehaceres cotidianos. Y, por supuesto, si eres amante del vino, aquí tienes la oportunidad de visitar alguna de las bodegas subterráneas de la zona, muchas de ellas abiertas al público. ¿Te vienes?
Molina de Aragón (Guadalajara)

Si de lo que se trata es de encontrar frescor a toda costa, Molina de Aragón juega en otra liga, ya que es uno de los municipios más fríos de España incluso en verano. Situado en la comarca del Señorío de Molina, a casi 1000 metros de altitud, este pueblo medieval combina temperaturas moderadas, noches frescas y un patrimonio impresionante.
Su castillo domina todo el valle y te recuerda que aquí el tiempo parece ir más despacio. Pasear al atardecer por el barrio judío o el de la morería, cuando la brisa refresca el ambiente y los vecinos salen a la calle es el mejor plan. Además, Molina de Aragón es la puerta de entrada al Parque Natural del Alto Tajo, uno de los grandes desconocidos de Castilla-La Mancha, con cañones que parecen paisajes canadienses y pozas de agua donde refrescarse.
Cangas del Narcea (Asturias)

En el suroccidente de Asturias, entre montañas y valles infinitos, Cangas de Narcea es el mayor concejo asturiano y un paraíso donde el verano se vive bien, sin sofocos. Gran parte de su territorio constituye el Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias, declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco y una de cuyas joyas es un espacio natural emblemático de la naturaleza asturiana: el Bosque de Muniellos.
El municipio fue, a lo largo de la historia, por su posición geográfica y la riqueza de su subsuelo, zona de paso de culturas, de comerciantes y ganaderos, que hoy en día han dejado su impronta. Es perfecto para quienes buscan frescor, tranquilidad, paisajes donde perderse y buena comida y bebida, ya que hoy en día coexisten numerosas bodegas y alberga el Museo del Vino en Santiso.
Ezcaray (La Rioja)

Y, por último, Ezcaray, en La Rioja. Esta localidad está diseñada para huir del calor y, de paso, para encandilarte. Este precioso pueblo riojano, en plena Sierra de la Demanda, está rodeado de montañas cubiertas de hayas y robles, y el aire fresco que desciende del pico San Lorenzo, regala noches agradables.
De esas que, incluso a veces, necesitas una sábana para taparte. ¿El plan? Durante el día pasear por su casco antiguo, con soportales, plazas con terrazas llenas de vida y casonas de piedra adornadas con flores.
Incluso, si eres de los que te gusta el senderismo, desde este municipio salen infinidad de senderos para todos los niveles. Y ya que tenemos garantizada la temperatura suave, añade a esta escapada un componente gastronómico: patatas a la riojana, caparrones, chuletillas al sarmiento… ¡Tú eliges!
Miryam Tejada
Mi título universitario dice que soy licenciada en periodismo, pero realmente soy una todoterreno a la que le pilló la transición del mundo analógico al digital de pleno. Es decir, soy millennial, y eso lo que conlleva, según las habladurías, es que me dejo llevar y priorizo mi bienestar. O lo que es lo mismo, soy una apasionada de los viajes y las experiencias, del simple hecho de tomar unas cervezas entre amigas, organizar una buena comilona en la sociedad con sobremesa larga incluida o pasar las tardes en el parque con mis gemelos.