Los cenotes son pozos profundos típicos de Yucatán, México, donde el agua de lluvia se ha ido colando por los poros de la roca caliza hasta que el techo de las cavernas subterráneas ha colapsado. ¿El resultado? Un montón de piscinas naturales situadas en plena selva.
Existen muchos tipos de cenotes. Los más abundantes son los de agua dulce, aunque también los hay mixtos por la filtración del agua del mar en las partes más profundas. Los más antiguos son los que están abiertos. Los más jóvenes, en cambio, son los que están en cavernas o son semiabiertos.
En España no hay cenotes. Sin embargo, debido a que estas piscinas naturales están rodeadas de piedra caliza, son de agua dulce y están en plena naturaleza, podríamos decir que se parecen mucho. Son los cenotes versión española.
Pozo Azul de Covanera (Burgos)

A primera vista, el Pozo Azul de Covanera parece una simple poza… quién diría que bajo sus aguas esconde un auténtico mundo subterráneo. Se trata de un gran manantial natural, formado por el agua del río Rudrón, que ha ido desgastando la roca caliza durante millones de años hasta crear una red inmensa de cuevas bajo el agua. De hecho, es la cueva inundada más profunda y larga de España, y eso que “solo” se han explorado unos 14 kilómetros.
Aunque no es un cenote como los de México, se le parece bastante: está compuesto de roca caliza, tiene aguas cristalinas filtradas por la tierra, está rodeado de naturaleza y tiene cierto aspecto misterioso. Las galerías interiores solo pueden visitarlas los buceadores experimentados con certificado y permisos, pero la poza exterior es 100% apta para todos los públicos. De hecho, a pesar de que la temperatura del agua está congelada (entre los 9 y 11 grados), es una de las zonas de baño más populares de Burgos.
Gorg Blau de Sant Aniol d’Aguja (Girona)

Del azul intenso pasamos al verde turquesa. El Gorg Blau de Sant Aniol d’Aguja, en la Garrotxa (Girona), es uno de esos rincones que parecen sacados de una película de fantasía. El acceso es solo a pie, hay que seguir la ruta que llega hasta el Gorg Blau de Sant Aniol d’Aguja y que publicamos en EscapadaRural. Requiere un poco de esfuerzo, aunque merece la pena: al final del camino nos espera una poza rodeada de paredes rocosas y naturaleza salvaje.
Este gorg (palabra catalana para «poza») fue formado por el curso del río Sant Aniol, que ha ido esculpiendo la roca caliza a lo largo de los siglos hasta crear una piscina natural espectacular. Por su forma estrecha, su profundidad y ese azul verdoso tan intenso, recuerda mucho a un cenote. La gran diferencia, claro, es que aquí no hay selva tropical ni calor sofocante: esto es pura montaña mediterránea y el agua está fresquita. El Gorg Blau es un paraíso para senderistas, amantes de lo salvaje y fotógrafos que buscan lugares mágicos sin salir de España.
Cueva del Agua (Murcia)

Vamos con un posible “cenote” cerrado. De esos que están dentro de una cueva por cuyos recovecos se filtran los rayos del sol. Los que hayáis ido a México seguro que habréis conocido alguno de ese estilo. La cueva del Agua, en Isla Plana, desde luego no tiene nada que envidiarle. Esta cavidad está inundada con aguas cristalinas y ¡termales! Su temperatura ronda los 30 grados.
En total, esta cueva costera de origen kárstico tiene unos 800 metros de longitud. Sus profundidades solo pueden recorrerlas profesionales con formación, ya que cuenta con un laberinto de galerías subacuáticas que ya se han cobrado víctimas. No obstante, no es necesario ser ningún experto para poder darnos un chapuzón en sus aguas, tan claras y tan calentitas.
Poza de Bercolón (Valencia)

La poza de Bercolón, ubicada en Tuéjar (Valencia), tiene muchas similitudes con un cenote: está metida en la montaña, en un barranco de piedra caliza, rodeada de pinos y de vegetación que le dan ese aire salvaje e idílico. ¿La diferencia? El bosque es mediterráneo en vez de tropical, y tampoco es una cueva colapsada, sino una poza abierta. Aún así, este es uno de los lugares más solicitados de la zona en verano para darse un chapuzón.
El agua de la poza viene del barranco de Bercolón, que forma una piscina natural de un azul verdoso con una pequeña cascada que hace que sea de catálogo de viajes. Para llegar hasta la poza de Bercolón habrá que hacer una ruta de senderismo que, aunque no es muy larga (unos 5 kilómetros), ni presenta mucho desnivel, es complicada. Hay tramos donde es necesario ayudarse de las manos, pues se puede resbalar.
La Cueva del Gato (Málaga)

La cueva del Gato, en Benaoján, es uno de los rincones más chulos de la serranía de Ronda. Desde fuera ya impone: una enorme boca oscura en la montaña, de la que brota agua cristalina del río Gaduares y que forma una poza rodeada de roca caliza. Te puedes bañar en ella, en verano se convierte en una piscina natural muy popular. Eso sí, el agua está helada, por algo se llama charco frío. Ideal para valientes y amantes de los chapuzones salvajes.
Su nombre viene de la forma de la entrada, que recuerda a la cara de un gato. En su interior hay una red de 4 kilómetros de galerías subterráneas que solo pueden recorrer espeleobuceadores expertos con permiso. Declarado Monumento Natural de Andalucía, la cueva del Gato está considerada como uno de los sistemas hidrográficos más importantes del país.
Gorg Barranco de la Encantada (Alicante)

Al igual que todas las piscinas naturales que hemos mostrado en este post, el Gorg del Barranc de l’Encantada de Planes (Alicante) es un paraíso a cielo abierto. Tiene aguas cristalinas, una cascada, formaciones rocosas y está rodeado de vegetación típica mediterránea. Además, está envuelto en una leyenda que cuenta que el lugar está encantado porque en él vive un hada con un tesoro. Es posible que este último sea el propio barranco y sus pozas.
En sus alrededores hay senderos entre almendros y olivos, y una ruta circular que da la vuelta al barranco de la Encantada. Tiene unos 12 kilómetros, pasa junto a varias pozas, saltos de agua como el popular Gorg del Salt y nos lleva hasta un antiguo molino. Un planazo para escapar del calor y darse un chapuzón en el interior de Alicante.
El Charco Azul (El Hierro)

Como hemos dicho en la entradilla, en Yucatán también hay cenotes donde el agua dulce puede llegar a mezclarse con la salada en las profundidades. Este no es el caso, está claro. El Charco Azul de El Hierro es una poza donde el agua proviene exclusivamente del mar. No obstante, su apariencia sí puede llegar a recordarnos a los mexicanos: rodeado de roca, con agua cristalina, escondido y profundo.
Esta piscina natural está formada por lava volcánica que fue moldeada por el océano Atlántico. Está entre acantilados, aunque cuenta con accesos. En lugar de descender a las entrañas de la tierra, en el Charco Azul te sumerges entre lava petrificada. Es un ejemplo perfecto de cómo en España tenemos también nuestras propias “joyas ocultas”, distintas pero igual de fascinantes.
Laura Fernández
Periodista, blogger y viajera. No necesariamente en ese orden. En ocasiones me despierto sin saber dónde estoy. Adicta a los cómics y a los noodles con salsa de cacahuete. Redactora en @escapadarural, colaboradora en la Conde Nast Traveler y en la Divinity. Mi casa: Meridiano180.