A Santiago en bañador: no esperábamos encontrar estas increíbles pozas y playas fluviales en el Camino Francés
Escrito por
16.07.2025
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7min. de lectura
Bañistas en el río Ega, en Estella-Lizarra (Navarra). Por Marina Marr
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Índice
- La presa Zondoa, en Huarte (Navarra)
- El manantial de agua salada de Estella-Lizarra (Navarra)
- El Empotrado, en Mansilla de las Mulas (León)
- La playa fluvial del río Tuerto, en San Justo de la Vega (León)
- La playa fluvial de Molinaseca (León)
- El río Burbia, en Villafranca del Bierzo (León)
- El área recreativa de Agustín do Río, en Portomarín (Lugo)
- La playa fluvial de Furelos (A Coruña)
El Camino de Santiago es el sueño de peregrinos y senderistas de todo el mundo. Así lo demuestran las cifras crecientes, año tras año, de personas que recorren algún tramo procedentes de diferentes puntos del planeta. Eso sí, hay que coger varios días. Y el mejor momento para hacerlo, para mucha gente, es en verano. Es cuando tienen vacaciones.

La época estival quizá no sea la que ofrezca temperaturas más suaves y agradables para caminar, como primavera u otoño, aún a riesgo de tener alguna etapa pasada por agua. Puede que tampoco sea la más tranquila, aunque tiene sus ventajas.
Si has elegido la vía más concurrida, el Camino Francés, debes saber que durante el recorrido te encontrarás con pozas y piscinas naturales que te ayudarán a sobrellevar las jornadas de más calor (¡sobre todo tus pies!). Además de hidratarte bien, no está de más apuntar estos rincones que harán que los kilómetros, con un chapuzón, sean mucho más llevaderos en verano.
La presa Zondoa, en Huarte (Navarra)

Antes de entrar a Pamplona, el Camino de Santiago pasa por Huarte (Uharte, en euskera). Es un pueblo independiente que, a efectos prácticos, funciona como un barrio más de la ciudad, con buenas comunicaciones en autobús.
El río Arga deja refrescantes zonas de baño en la presa Zondoa, donde no es raro ver a las gentes del lugar dándose un chapuzón en los días más calurosos.
El manantial de agua salada de Estella-Lizarra (Navarra)

Estella-Lizarra, en Navarra, es una ciudad medieval y comercial que surgió por y para el Camino de Santiago. El paso de los peregrinos es incesante y, en su núcleo urbano, alberga un pequeño tesoro para relajarse: un manantial de agua salada.
Está al lado de las piscinas municipales y su entrada es gratuita. El agua procede de un acuífero de yesos y carbonatos, con una elevada concentración de sales, por lo que tiene un carácter ligeramente termal. Tiene una temperatura constante todo el año de 17-18 grados. Para sanar cuerpo y mente en una de las paradas más emblemáticas del Camino Francés.
El Empotrado, en Mansilla de las Mulas (León)

Este pequeño pueblo de León esconde una bonita poza formada por el río Esla. Lo más divertido es una cuerda que cuelga de un árbol y que se usa para hacer saltos y piruetas antes de caer al agua, de unos tres metros de profundidad. En la orilla hay zonas de fácil acceso donde cubre unos 40 centímetros.
No es raro ver a peregrinos refrescándose en días calurosos en esta poza. Está en la entrada de Mansilla de las Mulas, justo antes de cruzar el puente medieval del siglo XII que da acceso al pueblo. Hay que bajar por un sendero hacia la derecha.
La playa fluvial del río Tuerto, en San Justo de la Vega (León)

Otro pueblo de León que ofrece la posibilidad de darse un chapuzón en plena ruta jacobea está en el paso del río Tuerto, en San Justo de la Vega. Además, cuenta con zona ajardinada y chiringuito. Una parada ideal para los que quieren disfrutar de un baño refrescante y tomar algo al mismo tiempo.
La playa fluvial de Molinaseca (León)

Al adentrarnos en El Bierzo leonés, conoceremos Molinaseca, un precioso pueblo de origen medieval. Es un buen lugar para pararse a disfrutar de sus calles, de su entorno natural y, por supuesto, de su río Meruelo. Al lado del puente romano hay unas escaleras y una rampa de acceso al agua, además de una zona de césped para secarse y tomar el sol.
El río Burbia, en Villafranca del Bierzo (León)

El Camino Francés prosigue por más pueblos en los que es posible pegarse un chapuzón en días con elevadas temperaturas. Otra parada imprescindible es la playa fluvial del río Burbia a su paso por Villafranca del Bierzo, también en León.
Forma una zona con aguas cristalinas que suele tener bastante afluencia de bañistas. En un lugar emblemático del Camino de Santiago, con césped para relajarse y un paseo de hormigón.
El área recreativa de Agustín do Río, en Portomarín (Lugo)

La entrada a Portomarín es una de las más bonitas del Camino Francés, ya en Lugo. Es un pequeño pueblo que se alza en el monte do Cristo y que tiene, a sus pies, los meandros del río Miño. Se accede al centro urbano por una escalera que dibuja un arco en su perfil y que se hizo con el material del antiguo puente medieval. Y es que el pueblo se movió, de forma literal, por la construcción del embalse de Belesar.
Cerca del centro de la villa está el área recreativa de Agustín do Río, en la orilla del embalse. Cuenta con una zona acondicionada para el baño, superficie arbolada y parque infantil. Las vistas son privilegiadas.
La playa fluvial de Furelos (A Coruña)

Avanzamos en el Camino Francés por Galicia para llegar a Terra de Melide, en A Coruña. Ya estamos bastante cerca del objetivo: Santiago de Compostela. Pero en la ruta jacobea lo importante no es el destino, sino el camino. Y todavía quedan momentos de disfrute. Si hace calor, el mejor plan es darse un chapuzón en la playa fluvial de Furelos, a un kilómetro escaso del pueblo.
El área recreativa de Furelos lo tiene todo preparado para el baño, así como mesas, bancos, hamacas, toboganes, barbacoas y hasta mesas de ping-pong. Además, el curso del agua forma aquí una pequeña y bonita cascada. Siguiendo el Camino de Santiago, prácticamente no hay que desviarse: cogeremos la N-547 hacia Palas de Rei y, en menos de 2 kilómetros, veremos la bifurcación hacia la playa fluvial. Está a 50 metros del puente que cruza el río en la carretera.
Raquel Andrés
Periodista y aventurera. Me has podido leer en Escapada Rural, Diari Nosaltres La Veu, La Vanguardia, El Salto y otros medios. Habitante y amante de las zonas rurales, sea cual sea el destino. Procuro escaparme una vez por semana con las botas de montaña, el arnés o el neopreno. También soy un intento de baserritarra.