
En los Jardines del Agua de Nanclares de la Oca hay varios gansos. Es una estampa bastante habitual que no nos haría sospechar ningún trato especial hacia estas aves si no fuera porque, cerca de la iglesia del pueblo, hay una escultura… ¡de una oca! Todo empieza a encajar, empezando por el nombre de la localidad. ¿Qué filia especial guarda este rincón de Álava con esas aves tan territoriales?
¿Por qué es el pueblo “de la oca”?
Nada es casual. Hablamos de un concejo del municipio de Iruña de Oca que, oficialmente, también se llama, en euskera, Langraiz Oka. El uso del castellano fue transformando la palabra inicial, de forma que históricamente aparece citada como “Langrares”, “Langares”, Lancares”, “Lancrares” o “Lanclares”. Hoy se ha quedado en Nanclares.

¿Y qué pasa con las ocas? El apellido de la población se debe, según los expertos, a que los templarios que habitaron el lugar en la Edad Media lo denominaron “Tierra de la Oca”. La orden militar consideraba esta ave como un animal sagrado y benéfico que representaba la sabiduría. De ahí viene el clásico juego de la oca, relacionado con el Camino de Santiago.
El Brujo, una fiesta parecida al mítico “Celedón” de Vitoria-Gasteiz
Además de los gansos, una peculiaridad de Nanclares de la Oca son sus fiestas. Esta población que está a solo 12 kilómetros de Vitoria-Gasteiz, comparte algo más que provincia con la capital alavesa. A mediados de agosto, se ve una cosa parecida a la conocida bajada de Celedón en la plaza de la Virgen Blanca: un txupinazo marca el descenso del Brujo desde la iglesia del pueblo.
El Brujo comenzó a hacer sus bajadas en 1968 y, desde entonces, se ha convertido en toda una institución. Como es de esperar, el alcalde de entonces se inspiró en el personaje de Celedón, pero con un cambio sustancial. Así que, en lugar de bajar un muñeco, una persona de carne y hueso haría el descenso en un carro. Eso sí, vestido con un traje tradicional parecido al de su homólogo de Vitoria-Gasteiz, con un paraguas y con una cesta con caramelos que va lanzando a los asistentes.

El primer brujo lo fue por descarte, porque nadie más quería y, con la broma, Patxi Hernández se pasó 25 años haciendo el personaje. Le siguió su hijo y, posteriormente, la popularidad de la fiesta hizo que más gente quisiera ostentar ese honor y que la elección se decida por consulta popular.
Unos Jardines del Agua en torno a un antiguo horno de cal
El centro de Nanclares de la Oca no es muy grande, pero tiene un encanto especial. Comenzaremos el paseo turístico en una de las zonas más bonitas: los Jardines del Agua. Están junto a la carretera principal y son un área de paseo y ocio con vegetación autóctona y con un estanque en el que, por supuesto, no faltan las ocas. Esa combinación de verde y agua le da un toque muy agradable.

Los jardines rodean el molino y el antiguo horno de cal del pueblo, llamado El Calero. Una singular torre de calcinación de 15 metros de altura originaria del siglo XIX y declarada Monumento Industrial del País Vasco. Además, en el parque se alza un monumento en memoria de las personas represaliadas durante la dictadura franquista. Nanclares de la Oca albergó uno de los campos de concentración que se crearon tras la guerra civil española y que, en 1947, se reconvirtió en una cárcel que permaneció abierta hasta principios del siglo XXI.
El patrimonio imprescindible de Nanclares de la Oca
Seguimos la visita por Nanclares de la Oca descubriendo la iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora, un templo románico con ábside semicircular y ventanas de tres arquivoltas con capiteles labrados. Los retablos son barrocos y, actualmente, el pórtico de seis arcos se emplea como salón cultural.

En las afueras del pueblo está el colegio de los Hermanos Menesianos. Su peculiar arquitectura deja entrever que no se construyó con el objetivo de tener pizarras y pupitres. Se trata del antiguo balneario de Bolen, un edificio de finales del siglo XIX que en su momento fue una obra colosal.
Tenía un hotel de tres plantas, más de 10.000 metros cuadrados y un famoso casino. Debido a las aguas carbonatadas del lugar, a menudo era conocido como “la Biarritz de Vitoria”. Cuando entró en decadencia, unos monjes compraron el complejo y lo reconvirtieron en un convento que conserva las fuentes termales.
También en los alrededores de la localidad están las torres de Nanclares: Vayagüen, Almoreta y El Encinal. Se edificaron en 1875, durante la III Guerra Carlista, para vigilar y transmitir informaciones. Para ello, cada una tenía un telégrafo óptico en su parte superior. En un momento en el que no había WhatsApp, Telegram, ni correo electrónico, con este aparato conseguían comunicarse en un tiempo muy inferior al que necesitaba un mensajero a caballo.
La Ruta Verde del Zadorra, un tranquilo paseo para conocer la Llanada Alavesa

Un recorrido muy bonito y tranquilo que podemos hacer en los alrededores de Nanclares de la Oca y apto para la mayoría de los públicos es la Ruta Verde del Zadorra. Es un recorrido de 13,35 kilómetros y apenas 128 metros de desnivel positivo que une esta localidad con la ciudad de Vitoria-Gasteiz.
Longitud: 13,35 kilómetros
Dificultad: fácil
Tipo de ruta: lineal
El trayecto sigue el curso del río Zadorra y pasa por diferentes puntos de interés como el Jardín Botánico de Santa Catalina. Para llegar hasta él, hay que cruzar un puente romano. Igualmente, el camino queda cerca de edificaciones patrimoniales que hemos comentado, como las torres de Nanclares y la antigua cárcel y campo de concentración. El recorrido es lineal y se puede hacer en ambas direcciones. No importa dónde dejemos el coche, ya que ambos puntos están unidos por estaciones de tren de Cercanías.
Raquel Andrés
Periodista y aventurera. Me has podido leer en Escapada Rural, Diari Nosaltres La Veu, La Vanguardia, El Salto y otros medios. Habitante y amante de las zonas rurales, sea cual sea el destino. Procuro escaparme una vez por semana con las botas de montaña, el arnés o el neopreno. También soy un intento de baserritarra.