Una ruta por la sierra de Aralar más auténtica: bosques, barrancos, túneles, gargantas y ovejas latxa
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17.08.2025
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Atardecer en el embalse de Lareo, en la sierra de Aralar, entre Guipúzcoa y Navarra. Por poliki
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La sierra de Aralar es el macizo montañoso que une Guipúzcoa y Navarra, un territorio mágico lleno de mitos y leyendas locales, además de ser un tesoro verde y un refugio de biodiversidad. Tiene innumerables rincones con paisajes de ensueño que, quienes no son pastores y no tienen txabola en el monte, deben conocer a pie.
Una de las rutas familiares de senderismo más bonitas del entorno es la que conduce al embalse de Lareo. Es una gran masa de agua abrazada por el relieve montañoso de Aralar, a caballo entre las suaves lomas de verdes prados y las agrestes cimas y crestas. Un plan para hacer en una mañana o en una tarde (o incluso, ¡para una noche de verano!).
Una caminata que remonta una garganta rocosa
Parte del encanto de esta sierra radica en sus singulares paisajes con simas y aguas subterráneas, además de tener uno de los hayedos mejor conservados del País Vasco. Sigue siendo tierra de pastores y de sus ovejas latxa, la raza autóctona con la que se elabora el tradicional y sabroso queso Idiazabal.
Para conocer el embalse de Lareo, la ruta más corta y de las más bonitas sale desde la amplia zona de aparcamiento del puerto de Lizarrusti. En Navarra, se puede subir por Arbizu o Etxarri-Aranatz; en Guipúzcoa, desde el pueblo de Ataun. Aquí está el Centro de Interpretación del Parque Natural de Aralar, que suele abrir de 10 a 14 horas los fines de semana de verano y Semana Santa, además de algunos sábados y domingos del resto del año.
Desde este punto, se sigue por un camino señalizado y sin pérdida, pues sube por una estrecha garganta. Son 7,2 kilómetros de longitud y unos 160 metros de subida hasta el lago (los mismos después para bajar y volver al coche). Toda la ida se hace en un progresivo ascenso, cruzando un bonito barranco donde el sendero queda flanqueado por un río y por paredes de piedra verticales. En algún punto veremos anclajes en la roca, ya que hay tramos en los que se practica escalada.

Al poco de comenzar a caminar, se atraviesa un pequeño túnel excavado en la montaña y, cuando la senda se estrecha, hay pasamanos que ayudan a avanzar (no es complicado). Unos metros antes de llegar al embalse de Lareo, la ruta se adentra en un espectacular bosque de tejos. Un cartel explicativo recuerda cómo pasó de ser un árbol sagrado en las culturas precristianas, a estar en peligro por el uso de su madera para la fabricación de arcos durante la Edad Media. Especialmente en Inglaterra, a donde se exportaba el grueso del material.
Un bonito lago artificial donde no está permitido el baño

En pocos metros aparecerá, de repente, el embalse de Lareo. Se trata de una masa de agua artificial, lo que no le quita ni un ápice de belleza al paisaje, que parece estar abrazado por las montañas. Si no fuera por el muro de piedra que rodea una parte de su perímetro, quizás nada haría sospechar que este lago es obra del ser humano. Forma parte del abastecimiento de agua de la comarca de Goierri, en Guipúzcoa, y está en las cuencas altas de los ríos Oria y Urola. Se encuentra a 740 metros de altitud, ocupa más de 19 hectáreas y tiene una profundidad media de 10 metros.
Si nos acercamos en días de calor, una imagen tan idílica podría invitarnos a un chapuzón. Sin embargo, hay que decir que está prohibido el baño por razones de seguridad y para proteger la calidad del agua (como hemos dicho, es fuente de abastecimiento local). La única actividad recreativa permitida en el lago artificial es, además de hacer senderismo en su entorno, la pesca. De hecho, la Confederación Hidrográfica del Cantábrico especifica que es el único coto de pesca del Parque Natural de Aralar y en él se hacen repoblaciones de truchas de río.

En todo caso, merece la pena aprovechar la panorámica del embalse de Lareo para hacer una pausa y comer algo. Desde aquí podemos volver al inicio de la ruta o, lo más recomendable, alargar unos 30 minutos más dando la vuelta al lago. Es un sencillo recorrido sin apenas desnivel, de unos 2,3 kilómetros, que permite tener otras perspectivas de la presa.
Un lugar perfecto para contemplar las estrellas
En la primavera es cuando el lago luce en su máximo esplendor, debido a las lluvias; en otoño, en cambio, suele estar más vacío. Eso sí, hay que decir que en este momento del año el bosque muestra unas tonalidades ocres y rojizas espectaculares. Por otro lado, en un día de tiempo apacible es posible conseguir fotos con el reflejo en el lago, donde se pueden ver las montañas como si estuvieran invertidas en el agua, a modo de espejo.

Al embalse de Lareo solo se puede llegar caminando. Hay una pista que llega hasta este punto, pero su uso está restringido a agentes forestales y personal de la presa. Al estar aislado en medio de la montaña y lejos de focos de población, este lago de la sierra de Aralar es un buen enclave para practicar astroturismo. La ruta se puede hacer de noche, un plan agradable especialmente en verano, yendo adecuadamente equipados con linternas (¡y pilas de repuesto!).
Los que se queden con ganas de más, pueden hacer variaciones y alargar la ruta del embalse de Lareo. En los alrededores está el sendero que corona el monte Sarastarri. Otra opción es adentrarse en la curiosa cueva del mismo nombre. Cerca también es interesante conocer el santuario de San Miguel de Aralar, una joya de la arquitectura románica que se alza sobre la sierra y es visible desde Navarra.
Raquel Andrés
Periodista y aventurera. Me has podido leer en Escapada Rural, Diari Nosaltres La Veu, La Vanguardia, El Salto y otros medios. Habitante y amante de las zonas rurales, sea cual sea el destino. Procuro escaparme una vez por semana con las botas de montaña, el arnés o el neopreno. También soy un intento de baserritarra.