La ruta de leyenda en Galicia que esconde un sinfín de piscinas naturales

Escrito por
14.08.2025
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Poza del río Pedras. Por acaballero67.

El municipio coruñés de A Pobra do Caramiñal es un buen destino para refrescarse en verano, tanto para los que prefieren el mar como para los que son más de montaña. Por un lado, playas como las de Lombiña o A Barca siempre son una gran opción: suelen aparecer en la lista de las que poseen el distintivo de calidad ‘bandera azul’. Por otro lado, parajes naturales de interior como la ruta por las pozas del río Pedras hacen que sea difícil escoger el plan del día.
Cómo llegar a las pozas del río Pedras
En el caso de optar por lo fluvial, quienes quieran caminar (se puede llegar a algunas de las pozas en coche) deberán seguir la PRG-91, o la ruta por las pozas del río Pedras, como se la conoce popularmente. Se trata de un recorrido circular de unos 22 kilómetros que está catalogado con dificultad media-difícil, ya que hay tramos muy empinados y otros que tienen riesgo de resbalón. Se alcanza una altitud de 584 metros por encima del nivel del mar y el desnivel, positivo y negativo, es de 676 metros. Se completa en unas siete horas. Aunque esto depende, por supuesto, de las paradas que se hagan.
El camino parte de un aparcamiento habilitado en A Pobra do Caramiñal, cerca de su plaza Mayor. Al salir del pueblo por su zona norte, se llega al río Pedras, se gira a la izquierda y hay que avanzar por su orilla. Tras dos kilómetros y medio de marcha, aparece un cruce para girar a la derecha o la izquierda: hay que tomar la segunda opción. Durante la travesía se ven diversos molinos que antaño dieron servicio a los vecinos, que los usaban para hacer harina.

Al llegar al punto en el que los ríos San Xoan y Barbanza se unen para ‘convertirse’ en el río Pedras, aparece un puente cuyo origen se remonta a la Edad Media. Además, a pocos metros están los vestigios del convento A Miserela o San Xoán de Lesión, también del medievo. A partir de aquí, es cuando el camino se torna complicado porque la subida empieza a ser pronunciada.
Se avanza a orillas del río –en dirección contraria al fluir de su agua, como los salmones– y se dejan atrás las pozas, aunque se puede hacer una parada para darse un chapuzón. Si hace calor, seguramente apetezca porque a estas alturas de la ruta posiblemente se empiece a notar el esfuerzo. Al llegar al punto más elevado del camino, aparecen las vistas a la ría de Arousa, uno de los regalos visuales de este recorrido.

Durante unos cuantos kilómetros el sendero se allana, es posible tomar un respiro antes de enfrentarse a la parte más dura de la ruta: el descenso. Aunque parece que la subida es más costosa, para muchas personas las bajadas son más complicadas, ya que hay que tener mucho cuidado de no resbalar si son muy empinadas, como es el caso. En un determinado momento –una vez superado lo más dificultoso del recorrido– se llega de nuevo al río Pedras, aunque en su orilla contraria. Poco a poco se avanza hasta dar con el cruce inicial, donde se toma la opción que lleva de vuelta a A Pobra do Caramiñal.
Galicia de leyenda
Es complicado encontrar un rincón de Galicia que no tenga una leyenda asociada. En el caso de las pozas del río Pedras hay hasta seis. Al menos, según el documento ilustrado del dibujante Miguel Robledo y el escritor Manuel Gago, que se publicó con motivo de las jornadas A Pobra do Caramiñal no Tempo en 2020.

Una de ellas es la de la barca de San Amaro, que se refiere a una roca con forma de embarcación que está a los pies de A Miserela. Se supone que es la barca petrificada que San Amaro, fundador del convento, utilizó para huir de los árabes que le perseguían remando río arriba desde el mar. Para dificultar el avance a sus enemigos, llenó el cauce de piedras, de ahí su nombre actual.
El misterio del pozo Negro se refiere a la poza más honda de todas, que está arriba del convento. Es tan profunda que, de hecho, se dice que no tiene fondo y que en su interior viven monstruos y brujos con poderes. Hay otra variante que afirma que dentro hay un peral que da frutas de oro y recoge toda la sabiduría del mundo. El día que ese árbol se seque, el pozo soltará toda su agua y anegará el planeta.
Por otro lado están las lavanderas, mujeres que murieron en el parto y se quedaron atrapadas en el Alén (el mundo después de la muerte). Por las noches van a lavar sus ropas manchadas de sangre al río y esperan a que alguien las encuentre para embrujarle y obligarle a trabajar. Esa persona debe retorcer la ropa en el sentido contrario a ellas: si lo hace bien, se le concederá un milagro; sino, morirá. Además, si se arrancan los pelos, pueden convertirlos en culebras. Ojo con ellas.

Y otra de las leyendas, quizá la más amable, es la que dice que las chicas jóvenes del pueblo iban a una poza en concreto en la noche de San Juan. Se bañaban allí hasta ver al sol y a la luna bailar en el firmamento.
Qué ver en A Pobra do Caramiñal
No solo las piscinas naturales y sus alrededores son interesantes en este municipio, que tiene un patrimonio arquitectónico y cultural bien nutrido. Un ejemplo es la antigua fortaleza medieval torre de Xunqueiras, que está reconocida como monumento histórico-artístico de interés nacional. Esa misma catalogación es la que tiene la torre de Bermúdez, un edificio del siglo XVI y estilo plateresco que actualmente es la sede del Museo de Valle-Inclán, que fue vecino del pueblo.

Entre sus edificios religiosos destaca la iglesia de Santiago de la Puebla del Deán, que es de estilo gótico marinero y se erigió entre los siglos XIV y XV, aunque con el tiempo vivió varias ampliaciones. En su interior reside la talla de Jesús el Nazareno que, cada año, recorre el pueblo en la procesión que lleva su nombre. También es conocida como fiesta de las Mortajas.
En ella, las personas que quieren agradecer al Nazareno que haya intervenido para curarles de una enfermedad o salvarles de la muerte, se meten en su propio ataúd y sus familiares o allegados les llevan –con la tapa abierta– en procesión tras la talla del Cristo. Una vez en la iglesia, se deja el féretro en ofrenda. Esta tradición se remonta, como poco, al siglo XV y es una de las más impresionantes de Galicia, aunque este no es el único pueblo en el que se realiza. En As Neves, Pontevedra, también se lleva a cabo un rito similar.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.