La flor de 12.000 euros el kilo que se puede comer en estas rutas por Castilla-La Mancha
Escrito por
29.06.2025
|
7min. de lectura
Campos de azafrán en Castilla-La Mancha. Por C&A
Índice

El azafrán es uno de los cultivos más antiguos de la humanidad. En la actualidad, tiene una Denominación de Origen Protegida (DOP) en España, la de Castilla-La Mancha. También se le llama “oro rojo” por el precio que tiene, en torno a los 12.000 euros el kilo. Aunque dicho así suena a producto de precio desorbitado y solo apto para los más pudientes, lo cierto es que, a efectos prácticos, no es tan caro.
Piensa que este ingrediente se emplea en muy pocas cantidades para captar su esencia. En la paella valenciana, por ejemplo, apenas se echan unas 3 o 5 hebras por comensal. Es decir, el equivalente a unos cuantos céntimos por persona. Ya no parece tan prohibitivo, ¿verdad?

Todavía parece más barato si conocemos su artesanal método de cosecha: al ser una flor tan delicada, no existen máquinas capaces de recolectarla y se debe hacer de forma totalmente manual. Para reunir un kilo de azafrán (esos sorprendentes 12.000 euros) hacen falta nada menos que unas 250.000 flores.
Para reunir un kilo de azafrán, valorado en unos 12.000 euros, hacen falta nada menos que 250.000 flores que hay que cosechar a mano
Para conocer más a fondo esta preciada especie, sus propiedades culinarias y nutricionales, así como su cultivo y cosecha (se hace hacia el mes de octubre), la Asociación Los Caminos del Azafrán de La Mancha nos invita a hacer hasta seis rutas temáticas por su territorio. Y proponen una adicional por Alicante, tierra estrechamente vinculada al azafrán.
Camino 1: Toledo, Balazote y Lezuza

La capital de Castilla La Mancha, Toledo, homenajea a su emblemática especia el último fin de semana de octubre con la celebración del Festival de la Rosa del Azafrán, en la pedanía de Santa Ana. Hay mercado de artesanía, bailes típicos y un curioso concurso de monda, en el que cada participante debe extraer los “pelos” de 150 flores de azafrán en menos de 10 minutos.
Cerca están los campos de azafrán de Balazote, población conocida por el hallazgo de la “Bicha de Balazote”, una curiosa escultura ibérica de aspecto oriental. En Lezuza, vale la pena acercarse al yacimiento de Libisosa, que data de la Edad del Bronce y, con los siglos, se convirtió en una importante colonia romana.
Camino 2: Alcalá del Júcar y Jorquera

Alcalá del Júcar es un pueblo con una gran tradición azafranera. Pero también es un destino de cuento, con casitas blancas de arquitectura popular edificadas en calles estrechas y empinadas.
Para tener una bonita panorámica del meandro del Júcar, sus imponentes cortados y los valles que le rodean, podemos acercarnos al mirador de Jorquera. En la zona están las piscinas naturales de la presa del río Júcar.
Camino 3: Motilla del Palancar

Esta ruta nos lleva a la Manchuela conquense, un paisaje con grandes contrastes entre llanuras, campos de cultivo de azafrán y profundas hoces formadas por el paso de los ríos Júcar y Cabriel. Es un buen lugar para hacer senderismo hasta las chorreras del río Cabriel o alrededor del embalse de Contreras.
Además, en el entorno de Motilla del Palancar hay diferentes puntos de interés histórico, como la iglesia de San Gil, que es un bonito templo columnario que data de los siglos XVI y XVII. Por cierto, la cercana Villanueva de la Jara es la primera productora de España de champiñón.
Camino 4: Minaya y Villarrobledo

En el corazón de La Mancha se encuentra Minaya, un pequeño pueblo de origen árabe en el que la agricultura es la principal fuente de ocupación de sus habitantes. Entre sus cultivos destacan los cereales, la vid y, por supuesto, el azafrán. Es interesante hacer la Ruta de los Cubillos de Minaya, que nos lleva hasta las chozas y abrigos de arquitectura peculiar que daban cobijo a pastores y labradores.
A pocos kilómetros está Villarrobledo y OPAZ, la cooperativa de productores y envasadoras de azafrán. Aquí podemos comer en el restaurante Azafrán, un buen lugar con 1 Sol Repsol para probar la prestigiosa especia en platos típicos manchegos. También es tierra de vinos. En la próxima Tomelloso se pueden visitar las tradicionales bodegas-cuevas.
Camino 5: Carrión de Calatrava y La Solana

Nos vamos a Ciudad Real, a un importante enclave histórico en el que se formó la primera orden militar hispana, la de Calatrava. En el castillo de Calatrava la Vieja están las imponentes ruinas de una ciudad fortificada. Cerca está La Solana, donde vale la pena pasear por su casco histórico. En él destaca su plaza Mayor del siglo XV y el museo La Rosa del Azafrán, que explica todo lo relacionado con este cultivo.
En los alrededores están el mirador del Silo de Almagro, de casi 30 metros de alto; Almagro y su histórico teatro; el humedal de las Tablas de Daimiel; y el Museo Comarcal del Queso Manchego de Manzanares, el otro tesoro gastronómico de la zona.
Camino 6: Villafranca de los Caballeros, Madridejos y Camuñas

Al sureste de la provincia de Toledo también podremos apreciar campos de azafrán, con sus características flores violeta que brotan a finales del verano y principios del otoño. En Villafranca de los Caballeros es interesante visitar sus callejuelas y plazas, con caseríos blancos, además de la necrópolis que hay junto al río Amarguillo. A pocos kilómetros encontramos un precioso complejo lagunar que está declarado Reserva de la Biosfera.
Madridejos es un pueblo repleto de joyas arquitectónicas en el que se celebra un encuentro gastroturístico dedicado al azafrán. Por otro lado, Camuñas es un destino donde descubrir la arquitectura más tradicional del lugar, con fachadas encaladas y portones destinados al almacenamiento agrícola.
Camino 7: Novelda (Alicante)

Acabamos la ruta del azafrán manchego… en el alicantino pueblo de Novelda. Este municipio es el tradicional y principal centro de comercio de especias en España. Entre ellas destaca la exportación del azafrán procedente de la vecina Castilla-La Mancha. Incluida en la Ruta Europea Modernista, Novelda tiene tres importantes ejemplos arquitectónicos: la Casa Museo Modernista, el centro cultural Gómez-Tortosa y la casa Mira.
La mejor manera de concluir la ruta del azafrán en tierras valencianas es, cómo no, probar una paella o arroz tradicional elaborado con este ingrediente clave. Y es que el color de una verdadera paella valenciana no se lo da el colorante alimentario artificial, sino las cotizadas hebras del “oro rojo”.
Raquel Andrés
Periodista y aventurera. Me has podido leer en Escapada Rural, Diari Nosaltres La Veu, La Vanguardia, El Salto y otros medios. Habitante y amante de las zonas rurales, sea cual sea el destino. Procuro escaparme una vez por semana con las botas de montaña, el arnés o el neopreno. También soy un intento de baserritarra.