Rutas en Ribeira Sacra: caminar entre viñedos
Escrito por
18.05.2025
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Ribeira Sacra. Por h368k742.
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En el interior de Lugo, los ríos Sil y Miño discurren entre terrenos agrestes formando un profundo cañón. A este paisaje sobrecogedor se le une la existencia del cultivo de la vid en terrazas de gran pendiente y que, en algunos puntos, llegan prácticamente hasta el agua. En estas rutas en Ribeira Sacra se dice que los romanos empezaron a trabajar la viña y, posteriormente, las recuperaron los monjes en la Edad Media.
Hoy, esta tradición deja unas extensiones agrícolas impactantes que parecen imposibles de trabajar, incluso empleando las famosas “carretillas” para transportar la carga y realizar las tareas en los viñedos. ¡Por algo se le conoce como viticultura heroica!
Una buena forma de acercarse a la dureza de estos terrenos irregulares y de admirar las diferentes perspectivas del caprichoso trascurso del río es hacerlo a pie, a través de los senderos que nos adentran en la Ribeira Sacra más genuina. Caminando entre viñedos.
El PR-G 183, la “Ruta de los viñedos de Belesar”

Acercarse a la aldea de Belesar, en la localidad de Chantada, es adentrarse en una estampa totalmente bucólica, con su embarcadero y sus casitas de piedra y madera. El río Miño divide en dos su pequeño núcleo poblacional, unido por un puente que ofrece una panorámica abrumadora de ambos lados. En las dos vertientes destacan las terrazas de viñedos en fuertes desniveles.
Longitud: 4,6 kilómetros
Dificultad: fácil
Tipo de ruta: lineal (con opción a hacerla circular)
Una de las rutas en Ribeira Sacra más bonitas es la PR-G 183 o la “Ruta de los viñedos de Belesar”. Es lineal, de 4,6 kilómetros y un desnivel de 344 metros. Avanza por senderos cómodos, pista y algún pequeño tramo con piedras.
Comienza subiendo a la iglesia de San Bartolomeu de Belesar, desde donde ya tendremos unas buenas vistas del río y de las vides. Continuaremos por campos de cultivo, en algunos de los cuales está el sistema de “carretillas” que facilita el trabajo agrícola en estas pronunciadas pendientes.

La ruta pasa por diferentes bodegas y aldeas pintorescas como Pincelo y A Veiga. El trabajo en el campo y el caldo que se extrae de las vides, así como los paseos marítimos turísticos, son los motores económicos de la zona. Si no llevamos dos coches, tocará volver a pie.
Podemos hacer la ruta circular cruzando a la otra orilla del Miño por el puente de Portotide, junto a la bodega Ecosacra. Desde ahí tendremos unos 3 kilómetros a pie (alrededor de 40 minutos) por una carretera con poco tráfico junto al río.
Una parte del PR-G 14, “Ruta do Loio”

Este recorrido lineal ofrece una gran diversidad paisajística, entre frondosos bosques y viñedos. Lo habitual es comenzar en Paradela, donde se baja a la imponente cascada da Ruxidoira.
Sin embargo, a los pocos kilómetros de comenzar a caminar, no podremos continuar. Las crecidas del río han afectado a los puentes que permiten progresar en la ruta hasta el punto de que uno incluso ha desaparecido. Una pena, porque el recorrido original es mágico. Los locales ya han solicitado en diversas ocasiones su arreglo. Mientras tanto, vamos a proponer una sencilla alternativa circular de unos 8 kilómetros y menos de 200 metros de desnivel positivo.
Longitud: 8 kilómetros
Dificultad: fácil
Tipo de ruta: circular
Empezaremos por el final, aparcando en Portomarín. Se trata de un pueblo muy frecuentado por peregrinos del Camino de Santiago Francés, ya que es el fin de etapa de quienes han comenzado a andar en Sarria. El núcleo urbano es relativamente nuevo, ya que en 1963 la construcción del embalse de Belesar obligó a refundarlo en su actual ubicación, en una colina junto al río Miño. Desde aquí caminaremos unos pocos kilómetros, junto a la carretera y bordeando el río, hasta la zona de los restaurantes hotel Mesón do Royo y Río Loyo.

Aquí el río forma una especie de marisma en la que es habitual la pesca de anguilas. Así nos lo recordarán algunas esculturas relacionadas con este preciado pez, que es el producto estrella de las cartas de los restaurantes de la zona. Continuamos hasta la capilla de San Juan de Loio, un tramo en el que veremos las primeras viñas orientadas hacia el río.
Desde aquí nos dirigimos a la aldea de Vilachá, pasando por la iglesia de San Salvador de las Cortes. En este punto basta con seguir las marcas del Camino de Santiago, que nos llevarán de vuelta a Portomarín por la zona alta, entre casitas y campos rurales. Antes de llegar, haremos una bajada por un estrecho camino entre muros de piedras: era así para que solo pudieran pasar personas y no carros con animales. ¡Un paso no motorizado de la época!
Ruta por dos miradores: Pena do Castelo y Souto Chao
La tercera de las rutas en Ribeira Sacra que os proponemos son unos 5 kilómetros con solo 144 metros de desnivel positivo, por lo que es apta para casi todos los públicos. Transita por senderos y carreteras.

Salimos de la aldea de Doade, en el municipio de Sober, en dirección al noreste. Dejando a la izquierda la bodega Petrón, tomamos una pista a la derecha que nos indica “miradoiro Pena do Castelo”.
En el camino podremos admirar los castaños milenarios de Valguaire antes de llegar al mirador. Allí veremos la bonita capilla de San Mauro, con vistas a los viñedos de la zona de Amandi y a la bodega Regina Viarum. Seguiremos hacia el sur, por una senda que nos lleva hasta la carretera LU-903 en un zigzag.
Longitud: 5 kilómetros
Dificultad: fácil
Tipo de ruta: lineal
Pronto encontraremos, a la izquierda, un sendero con un panel de interpretación que conduce hasta el mirador de Souto Chao. Es uno de los más impresionantes de la Ribeira Sacra, con vistas del Sil y sus cañones, tanto al este como al oeste. En este punto se alza la escultura al Carreteiro, un homenaje a los viticultores de esta zona tan escarpada. La vuelta a Doade no tiene pérdida: basta con seguir la carretera.
Raquel Andrés
Periodista y aventurera. Me has podido leer en Escapada Rural, Diari Nosaltres La Veu, La Vanguardia, El Salto y otros medios. Habitante y amante de las zonas rurales, sea cual sea el destino. Procuro escaparme una vez por semana con las botas de montaña, el arnés o el neopreno. También soy un intento de baserritarra.