La Petra de Calasparra: el santuario de la Virgen de la Esperanza
Escrito por
14.01.2025
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En Murcia hay un lugar, como poco, sorprendente. Se trata del santuario de la Virgen de la Esperanza de Calasparra, un templo construido directamente en la piedra de una montaña. Por sus características también se conoce como ‘La Petra’ de España y cada vez atrae a más visitantes, sobre todo desde que las redes sociales tienen la capacidad de viralizar casi cualquier cosa. En este caso, la fama está justificada.
Alrededor de la construcción de este prodigio de la arquitectura –más allá de su significado religioso– existen dos vertientes explicativas: una es una leyenda y la otra es una historia documentada. O al menos, aparece en libros que se conservan y que son capaces de dar referencias veraces al pasado.
Un templo excavado en la roca
Antes de profundizar en la cronología de la ermita, hay que señalar un hecho: en este lugar de culto, enclavado en la cueva de La Fuensanta, residen dos imágenes de la virgen. Una de ellas es de tamaño superior a la otra, a la que se conoce como ‘La pequeñica’.
Según cuenta la leyenda, en el siglo XVII, un pastor se encontró con la imagen original de la virgen en la cueva donde solía guardar a sus animales. Intentó llevarla a Calasparra pero, para su sorpresa, la virgen pesaba muchísimo y tuvo que dejarla en donde la halló. Una prueba, quizá, de que era el lugar en el que debía quedarse. Del origen de la segunda no se tienen detalles, ni fabulados ni legitimados.
La historia basada en documentos reales cuenta que fue Frey Alonso Benítez de Munera, prior y vicario de la villa de Calasparra, quien fundó el santuario también conocido como la ermita de La Fuensanta (como su nombre más o menos indica, en el interior de la cueva había una fuente). Este dato está recogido en el Libro de Visitas de la Orden de San Juan del año 1609.
Durante los años siguientes, hubo numerosas donaciones para el mantenimiento del templo. Por ejemplo, en 1614, el testamento de Isabel del Campo menciona una donación de un real a la Fuensanta, advocación de Nuestra Señora de Buena Esperanza.
Asimismo, en el Archivo Municipal de Calasparra se encuentra un documento que contiene el deseo de Juana Sánchez en su testamento. Este dice, textualmente: “Item mando se de a la ermita de la Fuensanta una imagen que yo tengo de madera de Nuestra Señora, rostro y manos de madera, con sus vestidos, la cual sirva en el Altar Mayor de la advocación de Nuestra Señora de la O, o de la Esperanza, y de allí no se quite para siempre, en manera alguna, porque es así mi voluntad”.
Esta petición data de 1617. De la virgen ‘La pequeñica’, en cambio, no hay referencias hasta un informe de 1771, cuyos extractos se pueden leer en la web oficial del santuario. Según el investigador Marcial García García, correspondiente de la Real Academia Alfonso X el Sabio: “Este cronista tiene una hipótesis, muy fundada en documentación varia, que tal imagen no es otra que la Limpia Concepción, regalo de Gregorio de la Torre, el cantarero ubetense, que fundó una ermita a esta advocación”.
La iglesia a la que se refiere, ubicada originalmente en el convento de la Merced Descalza, sufrió diversos vaivenes, por lo que finalmente la imagen acabó en la cueva en compañía de la primera. Un detalle interesante: el autor de la corona de la talla principal fue un orfebre de Sevilla llamado Fernando Marmolejo. Está hecha de oro y adornada con piedras semipreciosas, lo que hace que pese kilo y medio. Está rematada con doce estrellas (cada una corresponde a una de las tribus de Israel) colocadas sobre muelles de oro para que, cuando saquen a la virgen de su cueva, no se estropeen al chocar con la piedra.
Por su parte, el santuario de la Virgen de la Esperanza también se sometió a diversas reformas a lo largo de sus años de existencia. De hecho, ahora cuenta con un aparcamiento y un restaurante. El río Segura fluye a su alrededor, contribuyendo así al encanto de su entorno.
Un arroz venerado: el de Calasparra
Hay tres arroces con denominación de origen protegida (DOP) en España: el cultivado en el Delta del Ebro, el de Valencia y el de Calasparra. Este último consiguió su título en 1986, pese a que este cereal alimenta a los vecinos (y ahora más allá) desde el siglo XVII, según los documentos existentes que atestiguan dicho dato. Las variedades presentes en esta zona son la de Balilla x Sollana y bomba, porque son las que mejor se dan en su coto arrocero.
Acudir a Murcia es la mejor manera de degustar las diferentes recetas tradicionales elaboradas con este arroz. De Calasparra concretamente es muy famoso el que va acompañado de conejo y caracoles serranos; mientras que en Punta Calera es muy típico el arroz ‘ciego’. Este nombre viene de la facilidad para comerlo, ya que todos los ingredientes están pelados (es parecido al ‘arroz del señorito’).
En Mazarrón y en Campo de Cartagena se puede encontrar con facilidad en la carta de los restaurantes el arroz con brócoli y boquerones. El arroz en la olla es propio de toda la comunidad. ¿Y de postres? Arroz con leche, por ejemplo.
Otras aventuras en Calasparra
En Calasparra hay muchas oportunidades para explorar el interior de la montaña más allá de la ermita de Nuestra Señora de la Esperanza. Los aficionados a la espeleología no se pueden perder una visita a la cueva del Puerto. Situada a nueve kilómetros del pueblo, es la excavación con mayor recorrido horizontal de toda la región. Cuenta con cinco kilómetros y un desnivel de 114 metros de profundidad. Las visitas turísticas entran hasta los 300 metros, que están iluminados y cuentan con música ambiental.
Aquellos amantes de la paleontología no deben dejar de conocer los Abrigos del Pozo y la cueva de Los Monigotes (imposible ponerle un nombre mejor). En ellos se pueden ver pinturas rupestres que van desde el Eneolítico hasta la Edad del Bronce. Asimismo, quienes tengan interés por la Edad Media pueden visitar el castillo de Calasparra y el mercado medieval que tiene lugar en fechas puntuales.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.
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