La relajante senda fluvial de La Canal de las Tejeras, en Cantabria

Escrito por
01.06.2025
|
6min. de lectura
Cascada de la senda de La Canal de las Tejeras. Por Camino de la senda de La Canal de las Tejeras. Por Seda de La Canal de las Tejeras. Por IVÁN VIEITO GARCÍA.
Índice

Hay caminos por el bosque que sirven para recuperar la paz mental gracias al abrazo de los árboles que cercan el camino. Si a eso se suma el sonido del agua que fluye por el río y cae por las cascadas, el efecto relajante alcanza un nivel premium. Es lo que sucede en la senda de La canal de las Tejeras en Cantabria. Una excursión sencilla pero eficaz para generar endorfinas, las hormonas de la felicidad.
Ruta por la senda fluvial de La canal de las Tejeras

Esta ruta circular tiene una longitud aproximada de siete kilómetros y se completa en dos horas y media, más o menos. Es de dificultad fácil –quizá para algunos moderada porque hay que sortear el río un total de seis veces, pero en realidad no es un ejercicio complicado–, apenas tiene desnivel y es adecuada para realizar en familia. Es importante llevar ropa de recambio, sobre todo para los pies, porque la humedad puede llegar a calar.
El itinerario parte del pueblo de Somahoz, donde se puede aparcar el coche después de pasar el río Besaya a través de un puente, en el barrio de San Andrés. Ese es el punto de inicio oficial, donde están los carteles que explican lo que los senderistas se van a encontrar a continuación. Ante el primer desvío se toma el camino de la derecha y se llega al primer paso a pie por encima del río.
A ambos lados de la senda crecen árboles como avellanos, robles y hayas que funcionan como un paraguas que salvaguarda de los rayos del sol con sus ramas. Aunque no son demasiado pronunciadas, hay algunas subidas a lo largo de la ruta. Durante todo el recorrido, se ven las cascadas –hay unas ocho– que forma el río y que sirven de banda sonora de la experiencia.
Poco a poco se llega a un refugio que se encuentra en lo alto del monte Brazo (de ahí las subidas del camino), que pertenece al grupo de montaña Orza. Desde allí se pueden ver los valles de Anievas, Buelna e Iguña.

Quienes tengan ganas de hacer un poco más larga la ruta, pueden optar por bajar hasta la ermita prerrománica de San Román del Moroso, que está a poco más de un kilómetro por una pista de bajada. El origen del templo se sitúa en el año 1119, según documentos que se encontraron (no hay más que lo confirmen o lo nieguen). Aunque ahora es católico, se aprecia en su construcción arte mozárabe.
Después de la visita, hay que regresar al refugio para iniciar la bajada por una pista que lleva de nuevo al punto de partida. También está la opción de desandar el camino de ida, claro, pero se pierde una parte del paisaje.
Qué ver en Los Corrales de Buelna

Somahoz, el pueblo del que parte la senda de La canal de las Tejeras, pertenece al municipio de Los Corrales de Buelna que también acoge otros núcleos de población como Las Caldas de Besaya, Barros o San Mateo. Se señala como un núcleo industrial importante de la comunidad desde que, en el año 1873, José María Quijano creó la Sociedad de Altos Hornos-Forjas de Buelna.
Pero su actividad esencial para la vida de la zona se remonta a tiempos mucho más primitivos. Allí se encontraron las famosas ‘Estelas de Barros’, cuyo origen puede datar desde el siglo III a.C hasta el I d.C. La ‘Estela de Barros I’ tiene motivos tallados por ambos lados y, según la tradición, se encontró con la aparición de una manifestación de la virgen, por lo que se construyó, a su vera, la ermita de la Rueda en su honor. Es, probablemente, la más famosa de las ocho estelas de Cantabria halladas hasta el momento y su dibujo forma parte del escudo de la comunidad autónoma.

La ‘Estela de Barros II’ apareció dentro de dicho templo, partida en siete trozos que se juntaron en 1999. Tiene motivos similares grabados por ambos lados. Ambas se pueden ver, pidiendo cita previa, en el parque de las Estelas de Barros que se inauguró en 2001.
Dentro del municipio de Los Corrales de Buelna también se pueden visitar otros ejemplos de patrimonio como el santuario de Nuestra Señora de Las Caldas, situado en la localidad que le da nombre. Se trata de un templo del siglo XVI que acoge interesantes retablos churriguerescos y barrocos originales del siglo XVII. En el mismo pueblo está el balneario más antiguo de Cantabria, en funcionamiento desde el siglo XIX, donde se puede disfrutar de los beneficios de sus aguas medicinales.

En la localidad homónima al municipio está el Centro de Interpretación de la Industria de Cantabria José María Quijano. Uno de sus atractivos principales, además de la información acerca de la historia que ofrece en su interior, es el edificio en el que se ubica. Se trata del palacio de Quintana, erigido en el siglo XVIII, con los elementos arquitectónicos típicos de las casas montañesas cántabras.
Una Fiesta de Interés Turístico Regional
Los interesados en las leyendas y el folclore de la comunidad no deberían perderse la recreación de las Guerras cántabras que se realiza desde 2001. Se celebra el último fin de semana del mes de agosto. Los vecinos recuperan el episodio del enfrentamiento entre los cántabros y los romanos en los años 27-25 a. C. Está considerada fiesta de Interés Turístico Regional de la Comunidad Autónoma de Cantabria.

Un poco más adelante, el los meses de otoño, en esa zona del valle de Buelna es muy popular ‘la magosta’, una celebración que tiene como protagonista a la castaña. En ella se asan, se brinda con sidra dulce y se disfruta de la música popular en las calles. El folclore también se degusta.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.