Al Pirineo en trenecito: una manera diferente de conocer el valle de Tena

Escrito por
02.09.2025
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Tren de alta montaña El Sarrio de Panticosa. Cortesía de la empresa
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Hay muchas formas de disfrutar del entorno natural, pero quizá una de las más curiosas sea la de los trenes de alta montaña del valle de Tena. Normalmente, este tipo de escenarios se asocia al senderismo, la escalada, el esquí o las telecabinas, por poner solo algunos ejemplos, pero quizá no tanto a las locomotoras. Sin embargo, existe la posibilidad de hacer varios recorridos en trenecito que parten desde tres puntos diferentes y llegan a rincones donde iniciar otras aventuras. Están en funcionamiento entre los meses de mayo y octubre.
El Sarrio de Panticosa

Uno de los pueblos de partida es Panticosa, que está a 1.185 metros de altitud sobre el nivel del mar y pertenece a la Reserva de la Biosfera Ordesa – Viñamala. Su tren se llama El Sarrio y sube a través de una pista forestal hasta la fuente de La Ripera. Hay que aclarar que, aunque el transporte tiene forma de ferrocarril, va sobre el suelo, no por raíles. Sus ruedas son propias de un tractor.
El trayecto dura unos 55 minutos y está amenizado por la ‘Ripereta’, una mascota que va contando anécdotas y datos interesantes. El precio es de 15 euros ida y 5 euros vuelta para un adulto, y de 10 euros ida y 5 euros vuelta para niños de entre 3 a 12 años.
Desde el punto de llegada es posible hacer otras actividades antes de dar la vuelta si se desea. El senderismo es una de las opciones más populares. Por ejemplo, desde la fuente de La Ripera parten hasta seis rutas de montaña que están perfectamente señalizadas y tienen diferentes grados de dificultad.

Una de las más sencillas es la que regresa a Panticosa por un sendero que parte de la propia parada del tren. El recorrido, que es de bajada con un desnivel de 370 metros, tiene una longitud de seis kilómetros, dura hora y media y es muy fácil. Durante el trayecto se atraviesa un bosque frondoso, se pasa al lado de un refugio en el que parar a descansar y hasta existe la posibilidad de darse un chapuzón en una poza antes de llegar al pueblo si hace calor.
La ruta a la Cabaña de Tendenera se inicia en el mismo sitio, aunque su nivel de dificultad asciende a medio. Desde el lugar en el que para el tren, se toma el sendero señalado como cascada de Tendenera y, tras pasar el mencionado salto de agua, se sigue el camino hacia el Rincón del Verde. Allí se escoge el desvío a la izquierda que lleva a la cabaña tras desfilar al lado de unas pozas. Todo está señalizado, no hay pérdida.
El tren de Tramacastilla

El tren de Tramacastilla arranca desde el pueblo y termina en el ibón de las Paules, un lago de montaña que es todo un espectáculo visual en el centro del valle, especialmente cuando está totalmente lleno. De hecho, ha recibido el calificativo de “uno de los espejos más hermosos de todo el valle de Tena”.
El recorrido del ferrocarril, también con ruedas de tractor, dura dos horas. Está dotado de audioguía e incluye una parada en esta masa de agua de origen glaciar. Además, desde él también se avistan otros lugares de interés como el parque faunístico Lacuniacha o la Rinconada de Lana Mayor. En este caso, el precio es de 18 euros (ida y vuelta) para adultos, y de 14 euros para menores de 3 a 12 años.
Si decidimos coger solo ida, desde el ibón de las Paules hay una ruta que regresa a Tramacastilla pasando por el pueblo de Sandiniés. Se trata de un sendero de media montaña, con una longitud de 7,8 kilómetros que se recorren en menos de tres horas. Tiene un desnivel de subida de 90 metros y de bajada de 530 metros. Todo el camino, como los anteriores, está señalizado. En este caso, el sendero también sale del punto de llegada del tren, solo hay que tomar la dirección Sandiniés.

Tras rodear el ibón y caminar durante una hora y cuarto, se llega a la laguna Turbia, desde donde se desciende al pueblo a través de un paisaje salpicado de casetas de piedra construidas por los pastores. En determinado punto se llega a una pista forestal, donde hay que coger el desvío que lleva a Sandiniés por el camino del Pacino. Una vez en la aldea, es recomendable dar una vuelta por sus calles y admirar la arquitectura tradicional de sus casas: con paredes de piedra vista y tejados en punta.
Tren de Piedrafita de Jaca

Otra opción es desplazarse hasta el pueblo de Piedrafita de Jaca y allí coger su respectivo trenecito, cuyo trayecto acaba junto a otro ibón, el que lleva su mismo nombre. También pasa cerca del famoso laberinto de los Pirineos y un bosque de pino rojo y haya. Durante este viaje, de dos horas y cuarto, es posible ver –si deciden aparecer– algunos animales como vacas, sarrios o rebecos pirenaicos, así como marmotas. Un detalle: está permitido subir con perros de tamaño pequeño y mediano. El precio, en este caso, es de 18 euros para los adultos y de 12 euros para niños de 4 a 8 años.
Para quienes tengan ganas de seguir con el ascenso, desde el ibón de Piedrafita se puede alcanzar el conocido arco de Piedrafita. Se trata de una horadación de la montaña que ha dado lugar a una especie de puerta o, como su nombre popular indica, arco. Se llega hasta allí por un camino señalizado que en su primera parte es fácil pero, se torna más complicado en el momento de la subida, que es bastante empinada y pedregosa. Para esta aventura es necesario estar en buena forma física y llevar, al menos, calzado adecuado para este tipo de actividades.

Una vez de vuelta a los respectivos pueblos de los que se ha partido, lo mejor es disfrutar de la gastronomía local. Esta zona es muy conocida por sus embutidos, sus quesos y su miel. También por sus platos tradicionales, entre los que destacan el ternasco asado, la trucha ‘a la Navarra’ (con lonchas de jamón), las famosas migas de Tramacastilla y la tarta de Tena.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.