
Al viajar, buscamos destinos que ofrecen experiencias diferentes, aprender más sobre la historia, oxigenarnos en la naturaleza, ver paisajes sobrecogedores, sumergirnos en otras culturas. Y un elemento cultural muy importante es la gastronomía. En ese sentido, la Comunidad Valenciana es mucho más que paella y arroces. Hoy vamos a conocer un bocado –literal, es un bocado– de carne que algunos han bautizado como “la hamburguesa valenciana”: el figatell.
Es típico de las comarcas limítrofes entre las provincias de Valencia y Alicante y con los años ha ido adquiriendo una fama que la ha llevado a ser un plato de moda en las ciudades. Vamos a conocer este pequeño manjar y a descubrir su tierra.
¿Qué es el figatell?
El figatell es el figatell, aunque pongamos “hamburguesa valenciana” en el titular para llamar la atención. Se le ha puesto ese sobrenombre del pedazo de carne alemán porque es mundialmente conocido y porque su forma guarda una cierta similitud, pero en formato mini. Ahora bien, en realidad son dos productos muy diferentes.
El bocado valenciano proviene de las comarcas de La Safor, la Marina Alta, L’Alcoià, el Comtat y L’Alt Vinalopó. Se elabora con la carne más humilde del cerdo: el tocino magro y el hígado. Se combina con papada o panceta y muchas especias, como pimienta negra, clavo o canela, así como hierbas locales (pebrella, tomillo…), perejil, ajo, piñones y sal.

Eso hace que tenga un sabor mucho más intenso que el de la clásica hamburguesa. De todas formas, como en todo, cada casa tiene sus diferencias y truquillos y hoy se pueden encontrar figatells hechos con foie, mostaza, sobrasada, trufa, cebolla caramelizada y hasta naranja.
Los ingredientes se trituran y se mezclan y se forman pelotas. Para mantener la forma, se envuelven en redaño de cerdo –localmente se conoce como mantellina–, que es una membrana fina de sabor neutro que recubre algunos órganos internos de los animales (suelen usarse los del cerdo y cordero).
Un bocado que ya elaboraban los griegos y los romanos
El figatell se puede servir frito o a la plancha. A menudo se coloca sobre una pequeña rebanada de pan o directamente en plato, seco o acompañado de alguna salsa. La popularidad que ha ido ganando en los últimos años ha hecho que restaurantes de todo tipo en la Comunidad Valenciana lo hayan integrado en su carta. Fuera de sus comarcas típicas, no se ofrece en todas partes, pero hoy tampoco es muy difícil encontrarlo.
Hay manjares similares como la ‘shiftalia’ de Chipre, el ‘figatellu’ de Córcega, el fardel aragonés o la ‘figatella’ de Catalunya e Islas Baleares

Hoy se puede degustar este bocado hasta en restaurantes de alta cuisine con elaboraciones exquisitas, aunque su origen posiblemente es humilde. Vendría de la necesidad de aprovechar todo el animal y no desperdiciar comida.
Aunque este bocado es muy típico de la Comunidad Valenciana, no es exclusivo de aquí. Se dice que los griegos y los romanos ya preparaban un plato parecido. De hecho, en Chipre se prepara un manjar similar llamado shiftalia y, en Córcega, recibe el nombre de figatellu. En zonas de Catalunya e Islas Baleares se elabora el embutido figatella y en Aragón, su equivalente sería el fardel aragonés.
Ruta por los pueblos del figatell

Oliva (Valencia)
Ya sabemos en qué consiste el figatell, ahora pasemos a la acción. Lo que más nos gusta: ¡viajar y probarlos! Uno de los epicentros modernos de este bocado valenciano sería Oliva, municipio pegado a la costa. Aquí es fácil encontrarlos en prácticamente todas las carnicerías. Un buen lugar para probarlos ya hechos es en el restaurante Ca Pepica de Inma. Aprovecha para pasear por el Raval de esta histórica villa, de calles estrechas, caóticas y casas encaladas. Visita el castillo de Santa Ana, una fortaleza renacentista con buenas vistas.
Si hace calor, puedes pegarte un baño en la Font Salada, ubicada en La marjal de Pego-Oliva, un humedal en el que se cultiva arroz. Es un verdadero oasis cerca del mar Mediterráneo, un manantial de aguas cristalinas que mantiene una temperatura constante todo el año que oscila entre los 21 y los 23 grados. Puedes acompañarlo con una agradable ruta de senderismo que sale de este espacio de aguas termales y lleva hasta el nacimiento del río Bullent, de unos 6 kilómetros sin apenas desnivel.

Gandía (Valencia)
Nuestra segunda parada de la ruta del figatell nos lleva a Gandía. Para degustar esta delicia valenciana nos dirigimos directamente a uno de los restaurantes más antiguos del municipio: Casa Sanchis La Tulipa. Una taberna de toda la vida que abrió sus puertas en 1931 y conserva su aire tradicional. Y, por supuesto, recetas autóctonas emblemáticas como la del figatell.
Para hacer hambre o para bajar la comida, te invitamos a descubrir los encantos de un municipio costero valenciano que es mucho más que playa. Puedes visitar el Palau Ducal dels Borja —familia más conocida por su apellido italianizado, Borgia—, la colegiata de Santa María o Seu de Gandía, adentrarte en la fiesta de los ninots y la pólvora con el Museu Faller o, simplemente, callejear por su casco histórico.

Beneixama (Alicante)
Nos desplazamos unos cuantos kilómetros más al sur para adentrarnos en la comarca de l’Alt Vinalopó y llegar hasta Beneixama. Aquí es tan importante el bocadito valenciano que tienen hasta un refrán que lo menciona: “En Beneixama no tenim castell, tenim el figatell” (en castellano, “en Beneixama no tenemos castillo, tenemos el figatell”). Se encuentra en las carnicerías y hasta en máquinas expendedoras. De hecho, en este pueblo se celebra anualmente la fiesta de “la figatellà”, dedicada a este manjar autóctono. Un buen lugar para probarlo es el bar La Rata Cellarda, aunque hay muchos más.
Otros templos del figatell que podemos mencionar son el bar Viciano del Mercado de Dénia, en la costa; el Nou Cachap o antiguo bar Llaurador de Pedreguer; o el bar Zorrilla de Pego. Hay infinidad de lugares donde probarlo. Lo bueno de que el figatell sea apenas uno o dos bocados es que podemos hacer una ruta por los bares tradicionales de la zona y degustarlo en diferentes sitios. ¡Bon profit!
Raquel Andrés
Periodista y aventurera. Me has podido leer en Escapada Rural, Diari Nosaltres La Veu, La Vanguardia, El Salto y otros medios. Habitante y amante de las zonas rurales, sea cual sea el destino. Procuro escaparme una vez por semana con las botas de montaña, el arnés o el neopreno. También soy un intento de baserritarra.