La magia existe: lugares de España que nos recuerdan a Harry Potter

Entre pueblos de piedra, bosques brumosos y viaductos imposibles, hay rincones en España que podrían pasar por escenarios de Harry Potter sin necesidad de efectos especiales. Estos son algunos de los lugares que, con un poquito de imaginación, nos harán creer estar en un mundo mágico.

Hogwarts – Alcázar de Segovia

España ya tenía su propio Hogwarts antes de que J.K. Rowling dijera “Alohomora”. 

Es verdad que el Alcázar de Segovia nunca sirvió como escuela de magia, sino que fue la residencia de numerosos reyes españoles como Isabel la Católica, Alfonso X, Felipe II, etc. Sin embargo, su ubicación elevada sobre las rocas, sus torres puntiagudas y sus murallas han inspirado a los castillos de los cuentos.

Han tenido que pasar 86 años para que la factoría Disney admitiese que el Alcázar de Segovia es el castillo de la malvada madrastra de Blancanieves, por eso tiene cierto aire al español. Hogwarts también. Quién sabe, igual dentro de unos años, J.K. Rowling confirma que a ella también le ha servido de inspiración.

El Alcázar de Segovia tiene historia, leyendas y un aura mágica que le hace parecer encantado. Ha sido fortaleza, palacio real, prisión e incluso academia militar. Vamos, que le ha faltado ser escuela de magia para completar el currículum.

Expreso de Hogwarts – Tren amarillo de la Cerdaña (Cataluña)

El Expreso de Hogwarts podría cruzar los Pirineos orientales y nadie lo notaría. O bueno, más bien nadie se lo esperaría. No estamos en Escocia, vale, sino en la Cerdaña, pero las vistas desde las ventanillas de ambos son muy similares. Y los dos son de colores llamativos: rojo y amarillo.

El tren amarillo de la Cerdaña serpentea paisajes de alta montaña a lo largo de 63 kilómetros, que van desde Villefranche-de-Conflent hasta Latour-de-Carol. Fue inaugurado en 1910, después de 30 años de obras, aunque debido a la escarpada orografía en ese momento solo llegaba hasta Mont-Louis-La Cabanasse. El último tramo, el que lo une con la estación de Latour-de-Carol, no fue abierto hasta 17 años después.

Y es que, si el tren de Harry Potter representa la entrada a un mundo oculto, el tren amarillo es la puerta a una Cataluña profunda y silvestre, donde lo rural se convierte en escenario de resistencia cultural y asombro natural. Ambos trenes, cada uno a su manera, transportan algo más que pasajeros: llevan aventura.

El valle de Godric – Las Fraguas (Cantabria)

El valle de Godric es uno de los lugares más cargados de historia y emoción en el universo de Harry Potter. Es el pueblo natal de Harry, donde vivieron sus padres y también donde están enterrados. Tiene una estética medieval, tranquila, rodeada de montañas, con casas de piedra y un cementerio antiguo. 

Pues bien, aunque en España tenemos un sinfín de pueblos medievales, intentar buscar alguno de arquitectura Tudor no fue tan sencillo. Si obviamos la iglesia de Saint Jerome, el pueblo que más se nos asemeja a Godric es Las Fraguas, en Cantabria. En él hay varias casas medievales con tejados inclinados y entramados de madera, como salidas directamente del universo mágico. Al fondo, entre jardines de aire inglés, se alza la iglesia de San Jorge, un templo neogótico que es comparado con el Partenón. 

Allí también está el palacio de los Hornillos que, aunque se parece más a una mansión de magos nobles, lo cierto es que tiene estilo medieval inglés y en ella se rodó una película de misterio y terror: Los Otros, de Alejandro Amenábar. Por ello, desprende el mismo aura que un pueblo hechizado por una maldición. 

El Bosque Prohibido – Selva de Irati (Navarra)

El Bosque Prohibido no es solo árboles, es ambiente. En la Selva de Irati, el musgo lo cubre todo, la niebla entra entre los troncos de las hayas centenarias y el silencio es tan profundo que cualquier crujido parece una señal. Tiene un aire primitivo, como si el bosque estuviera ahí mucho antes de que llegara nadie. De hecho, es una de las mayores reservas forestales de Europa.

En el Bosque Prohibido, los estudiantes de Hogwarts siempre entran con una mezcla de miedo y asombro. Irati podría generar lo mismo. En él hay mitos sobre brujas, lamias y espíritus del agua. La tradición oral vasco-navarra está llena de criaturas que perfectamente podrían convivir con Grawp, centauros, acromántulas, unicornios o thestrals. De hecho, tienen hasta gigantes como el de Altzo, solo que este último fue una persona real.

Aquí uno se siente pequeño. Como si estuviera cruzando un territorio donde no todo está bajo control. Como si Hagrid pudiera aparecer entre los árboles con un farol encendido.

El callejón Diagon – calle Mayor de Pedraza (Segovia)

No te lleves las manos a la cabeza, déjame explicártelo. A las angostas y empedradas calles de Pedraza no se llega atravesando una pared de ladrillo, basta con poner rumbo a la meseta norte y cruzar los campos dorados por el sol. Allí nos espera una villa medieval que no vende varitas, pero que si lo hiciera no sorprendería a nadie. De hecho, es el escenario de 30 monedas, una serie española de misterio y terror. 

Y, si hay una vía que encierra toda la esencia del famoso callejón Diagon, esa es la calle Mayor, el eje peatonal que atraviesa el corazón del pueblo. Estrecha, adoquinada, flanqueada por casonas de piedra con balcones de forja y portones de madera, en ellas hay tiendas de productos artesanos, galerías de arte y pequeños negocios que bien podrían ser la versión castellana de “Sortilegios Weasley”. 

Como bonus: en el mes de julio se celebra la Noche de las velas de Pedraza, con conciertos nocturnos. Todo el pueblo se ilumina con cirios ofreciendo un ambiente muy mágico.

El andén 9¾, pociones, Hedwig y Rubeus Hagrid (Valladolid)

Si hay un lugar en España en el que podremos disfrutar del universo de Harry Potter, como si fuera parte de los estudios Warner de Londres, ese es el castillo Encantado de Trigueros del Valle, en Valladolid. 

“Hace unos años surgió la oportunidad de que montásemos algo en Trigueros del Valle. Solo tiene 300 habitantes, pero su castillo es histórico. En él creamos figuras de dragones, mazmorras, etc. Funcionó, y funciona, muy bien”, nos explicó Juan Villa, su creador, hace unos años cuando lo llamamos. El escultor asturiano trabajó durante años en los decorados de Cuarto Milenio y, en el pueblo de al lado, en Valoria la Buena, recreó el universo de Star Wars. 

Hoy, gracias a él podremos visitar el andén 9 3⁄4, adentrarnos en un laboratorio lleno de pociones, conocer a Rubeus Hagrid e incluso reclamarle a Hedwig nuestra carta de ingreso a Hogwarts.