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Septiembre siempre llega con cierto choque: volver al despertador, al correo electrónico, a los horarios encorsetados… Y, sin embargo, la naturaleza sigue ahí fuera recordándonos que todavía hay margen para respirar. Los días aún conservan la luz suficiente, el calor ya no aprieta tanto como en agosto y, con un poco de organización, cualquier tarde o fin de semana puede convertirse en una pequeña escapada.
Por eso, nada mejor que una serie de mini rutas de senderismo que no requieren una gran preparación ni muchas horas libres, pero sí regalan esa sensación de aire fresco que tanto se agradece en plena vuelta a la rutina. Caminos sencillos, trayectos cortos y rincones llenos de encanto que hacen que septiembre se lleve mejor, paso a paso.
Ruta de los Molinos de Corroriu (Asturias)

La ruta de los Molinos de Corroriu es un recorrido circular con salida y llegada en la localidad astuariana de Vega de Arrojo, en el concejo de Quirós. Son unos 4,8 kilómetros de longitud y un desnivel moderado de 200 metros, lo que la convierte en una caminata asequible para la mayoría.
El sendero atraviesa bosques de castaños y robles, prados y pequeñas aldeas como Villagondú o Fresnedo, hasta llegar a los tres molinos tradicionales que aún se conservan junto al arroyo Corroriu. Estos molinos, antaño dedicados a moler escanda, son hoy un testimonio vivo del pasado agrícola quirosano.
El regreso se realiza por Faedo, donde destaca la capilla del Santo Ángel y un tejo centenario que acompaña el camino de vuelta. En total, se tarda unas dos horas en completarla, con sombra abundante y frescor de río, lo que hace de septiembre un mes perfecto para recorrerla y disfrutarla sin aglomeraciones.
Vía Verde del Maigmó (Alicante)

En la Comunidad Valenciana, a las afueras del municipio de Agost, arranca la Vía Verde del Maigmó, un itinerario que aprovecha el antiguo trazado ferroviario que nunca llegó a completarse. Aunque la ruta completa alcanza los casi veintidós kilómetros hasta el puerto del Maigmó, lo bueno es que se puede recorrer en tramos más cortos y adaptados al tiempo disponible.
Basta con caminar un par de horas para disfrutar de viaductos que se elevan sobre barrancos, túneles excavados en la roca —conviene llevar linterna o usar la del móvil en los más largos—, pasarelas y paisajes mediterráneos de almendros y olivos. La dificultad es baja, ya que se trata de un camino amplio y casi llano, por lo que resulta perfecto para familias o para quienes no están habituados a largas caminatas.
El encanto de este recorrido está en su variedad, pues tan pronto atraviesas un túnel fresco como cruzas un puente con vistas al horizonte montañoso de Alicante. Es una de esas sendas que demuestran que no hace falta alejarse mucho para sentir que te has escapado del mundo.
Bosque de los Enigmas (Tenerife)

En el Parque Rural de Anaga, en Tenerife, existe un sendero corto que parece sacado de un cuento: el Bosque de los Enigmas. Con apenas cinco kilómetros de recorrido circular, se adentra en la laurisilva, un tipo de bosque húmedo y frondoso que recuerda a épocas prehistóricas.
La caminata dura poco menos de dos horas y está diseñada con carteles interpretativos que plantean preguntas y curiosidades sobre la naturaleza, lo que la hace especialmente divertida la caminata para ir con niños. El recorrido comienza en Cruz del Carmen y se desarrolla por un terreno fácil, con algún desnivel suave, pero apto para cualquiera con calzado cómodo.
Lo más mágico de esta ruta es la atmósfera: ramas cubiertas de musgo, hojas que filtran la luz como si fueran vitrales y, a menudo, la niebla que envuelve todo con un aire misterioso. Septiembre es un mes perfecto para descubrirlo, ya que la temperatura es agradable y hay menos visitantes que en pleno verano, lo que deja el bosque casi en exclusiva para ti y el crujido de tus pasos sobre la hojarasca.
Senda Pisachon (Madrid)

La Senda Pisachón es un recorrido sencillo y muy agradable en la Sierra Norte de Madrid, con inicio en las antiguas eras del pueblo de El Atazar, hoy convertidas en un museo al aire libre. El camino discurre por pistas y senderos que atraviesan prados y jarales, con vistas espectaculares al embalse de El Atazar.
Son unos 4 kilómetros de ida (8 km en total), con un desnivel suave de apenas 80 metros, por lo que resulta accesible para la mayoría de senderistas. Durante el trayecto se suceden rincones de gran interés, como una fuente del siglo XVI de posible origen árabe o los antiguos tinados del Pisachón, construcciones de pizarra y madera que recuerdan la vida ganadera tradicional.
La ruta se completa en unas dos horas y media tranquilas y septiembre es un momento perfecto para recorrerla y aprovechar la escapada para ver la zona. ¿Quién se apunta?
Sendero del Río Borosa (Jaén) – tramo corto

El Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, en la provincia de Jaén, ofrece rutas de todos los niveles, pero el sendero del río Borosa, en su versión corta, es perfecto para organizar una escapada en septiembre.
Aunque el recorrido completo alcanza los veintidós kilómetros, basta con recorrer los primeros cuatro hasta la Cerrada de Elías para vivir una experiencia inolvidable. En ese tramo, el río serpentea entre paredes de roca, el agua es cristalina y el camino se adapta bien a todo tipo de senderistas. El paseo dura un par de horas y está lleno de rincones donde detenerse a escuchar el agua o a contemplar las libélulas que sobrevuelan la superficie.
La Cerrada de Elías, una pasarela de madera encajonada entre las paredes del cañón, es uno de esos lugares que se quedan grabados en la memoria. Pero, por si acaso, carga el móvil o lleva contigo la cámara de fotos porque seguro que querrás sacar más de una.
Ruta del Parrizal de Beceite (Teruel)

El Parrizal de Beceite es de esos lugares donde el paisaje parece inventado para despejar la cabeza. El sendero arranca a las afueras del pueblo y, poco a poco, se va adentrando en un desfiladero donde el río Matarraña se abre paso entre paredes verticales que llegan a los 60 metros.
Al caminar, lo haces sobre pasarelas de madera que se asoman al agua transparente, permitiéndote sentir que flotas entre pozas y remansos imposibles de ignorar. El primer tramo, hasta el Pla de la Mina, es sencillo y accesible, pero la verdadera magia comienza cuando alcanzas la zona de los Estrechos. Ahí la luz se filtra entre la roca y el río se convierte en un espejo de tonos verdes y azules.
La ruta se completa en unas dos horas de paseo tranquilo, sin prisas, con tiempo para mirar arriba, al cielo donde planean buitres, y abajo, al agua que corre cristalina bajo tus pies. Eso sí, conviene saber que el baño está prohibido y que para acceder hay que reservar entrada, porque este rincón no es ningún secreto.
Miryam Tejada
Mi título universitario dice que soy licenciada en periodismo, pero realmente soy una todoterreno a la que le pilló la transición del mundo analógico al digital de pleno. Es decir, soy millennial, y eso lo que conlleva, según las habladurías, es que me dejo llevar y priorizo mi bienestar. O lo que es lo mismo, soy una apasionada de los viajes y las experiencias, del simple hecho de tomar unas cervezas entre amigas, organizar una buena comilona en la sociedad con sobremesa larga incluida o pasar las tardes en el parque con mis gemelos.